Esta iniciativa no es la primera vez que se sugiere algo similar en la región, ya que una propuesta parecida emergió en 2011 pero no llegó a concretarse. Uno de los mayores desafíos para la realización de esta visión es la armonización de las políticas de visado y las regulaciones de inmigración entre países con sistemas y requisitos distintos. Sin embargo, el consenso es que los beneficios potenciales de tal esquema, que incluyen el fortalecimiento del turismo, el comercio y las relaciones intergubernamentales, superan ampliamente a los obstáculos.

En términos de impacto turístico, el Sudeste Asiático ya es un destino muy popular, con un flujo de 70 millones de turistas extranjeros en 2023, de los cuales Malasia y Tailandia acapararon más del 50% del total. La implementación de una zona de viaje sin restricciones podría potencialmente elevar estas cifras, haciéndolo aún más atractivo para los viajeros internacionales y fomentando un intercambio cultural y económico más dinámico entre los países miembros.

Los líderes de los países involucrados están actualmente en fases de discusión y planeación para abordar los retos técnicos y diplomáticos de la propuesta. De llevarse a cabo, esta zona de viaje libre de restricciones no solo marcaría un hito en la integración regional del Sudeste Asiático, sino que también establecería un precedente para otras regiones del mundo en búsqueda de fortalecer lazos a través de la facilitación del movimiento y la cooperación internacional.