Boeing, por su parte, ha expresado que considera normal el inicio de esta investigación y ha asegurado que está cooperando plenamente con las autoridades.

El incidente específico tuvo lugar solo siete minutos después de que el avión despegara de Portland, Oregón, obligando a realizar un aterrizaje de emergencia. Se descubrió que un panel, que debería albergar una puerta adicional de emergencia, se desprendió debido a la falta de cuatro tornillos esenciales, los cuales no fueron reinstalados durante el mantenimiento en la planta de Boeing en Renton, Washington. Afortunadamente, no se reportaron heridos graves.

Este incidente llevó a la Administración Federal de Aviación (FAA) de Estados Unidos a ordenar la inmovilización temporal de todos los aviones Boeing 737-9 (MAX), los cuales retomaron operaciones veinte días después. Este hecho se suma a los esfuerzos de supervisión incrementados por la FAA hacia Boeing, luego de dos accidentes mortales en 2018 y 2019 que involucraron al mismo modelo de avión, marcando una crisis sin precedentes en la historia de la compañía. Este último incidente pone de nuevo en relieve los desafíos de seguridad y supervisión que enfrenta Boeing, una compañía que ha reportado pérdidas durante cinco años consecutivos, afectada tanto por la crisis de los 737-9 (MAX) como por el impacto económico de la pandemia.