Las imágenes captadas por las cámaras de seguridad muestran cómo el individuo cruza una barrera de seguridad y se aproxima a las figuras milenarias, empujando y derribando al menos dos de ellas, provocando su fractura. Una de las estatuas quedó completamente destrozada.
El personal del museo actuó con rapidez y detuvo al infractor hasta la llegada de las fuerzas de seguridad, que procedieron a su arresto. Las autoridades chinas han iniciado una investigación formal para esclarecer los hechos y determinar los motivos detrás de esta acción. Aunque no se ha descartado ninguna hipótesis, los primeros indicios apuntan a que podría tratarse de un acto deliberado, lo que agrava la responsabilidad penal del implicado. El museo ha anunciado que solicitará una indemnización por los daños y ha subrayado que la restauración de las piezas afectadas requerirá un largo proceso, dada la complejidad técnica y el valor histórico de cada figura.
El Ejército de Terracota, descubierto en 1974, es considerado una de las mayores maravillas arqueológicas del siglo XX. Compuesto por miles de esculturas de soldados, caballos y carruajes en tamaño real, fue creado hace más de dos mil años para custodiar la tumba del primer emperador de China. Su hallazgo reveló una impresionante muestra del poder, la organización y la visión artística de la dinastía Qin, y desde entonces ha sido objeto de múltiples estudios, exposiciones internacionales y admiración mundial.
El hecho ha provocado una ola de reacciones tanto en China como en otros países, especialmente entre historiadores, arqueólogos, gestores culturales y usuarios de redes sociales, que han expresado su consternación ante lo sucedido. Muchos han lamentado que, pese a los avances en educación patrimonial y a la implementación de normas de conducta en museos y sitios arqueológicos, aún existan individuos dispuestos a poner en riesgo piezas irremplazables de la historia universal.
Las autoridades culturales de China han aprovechado este lamentable suceso para reiterar la importancia de respetar el patrimonio colectivo y han anunciado que se revisarán los protocolos de seguridad en el Mausoleo de Qin Shi Huang, con el fin de evitar que se repitan incidentes de esta naturaleza. Asimismo, han recordado que el daño al patrimonio cultural está tipificado como delito grave en la legislación china y puede acarrear sanciones severas, incluidas penas de prisión.
Por su parte, la opinión pública ha pedido que se refuercen las campañas de concienciación para los turistas nacionales e internacionales, fomentando una mayor sensibilidad hacia los bienes culturales y el respeto a las normas de visita. Lo ocurrido en Xian es un recordatorio contundente de la fragilidad de nuestro legado histórico y de la necesidad urgente de protegerlo con responsabilidad, compromiso y vigilancia constante. Las estatuas destruidas podrán, tal vez, ser restauradas, pero el daño simbólico es profundo y ha dejado una huella imborrable en uno de los tesoros más apreciados de la humanidad.