Antonio Santos del Valle

El cambio climático y su impacto en el Turismo

Antonio Santos del Valle

El cambio climático y su impacto en el Turismo 

Desde hace unas semanas estoy participando en unos cursos o encuentros de verano, como aquí se denominan, de especialización en el Turismo en varias ciudades de Florida. 

En estos singulares encuentros participamos 12 profesores internacionales y más de centenar de alumnos que proceden de diversos países y distinta experiencia profesional. 

Una las actividades de más participación es la denominada ‘Actualidad’. En estas sesiones, casi siempre se conforman de manera natural, tres grupos formados por alumnos de distintas nacionalidades, sexo, creencia y experiencia profesional que se enfrentan con ideas, conceptos, etc., realmente innovadores e interesantes.

Como caso excepcional, la pasada semana nos encontramos con el problema de que todos los presentes estaban de acuerdo en un tema: ‘Las difíciles consecuencias del cambio climático y su impacto en el Turismo‘.

Un rápido repaso a las noticias, los efectos climáticos extremos en distintas partes del mundo están afectando de manera singular a países, ciudades y ciudadanos en general, y como más allá de la noticia, las autoridades y la sociedad en general, estaban dando la suficiente importancia a los efectos y consecuencias de estos fenómenos en un sector tan importante como es el turismo.

En estos momentos, ya sea por el calor que se está sufriendo en algunos destinos en Europa, China o los Estados Unidos, las lluvias en países como Perú o sequías históricas como las que se está produciendo en Uruguay, el cambio climático está en las conversaciones y es un tema de actualidad. Pero, tras el paso de estos efectos, ¿se estaba prestando atención o evaluando las consecuencias de los efectos climáticos extremos en el turismo y como prevenirlos o amortiguarlos?

Todos los asistentes coincidimos que ha llegado un momento en el que los destinos turísticos deben tener en consideración de manera principal en la definición política y de gestión, que el clima en general, y los efectos de cambio climático en particular, deben de estar presente en todos los apartados y procesos de la gestión turística.

Tras analizar distintas informaciones e informes, vemos que las actividades turísticas son responsables de aproximadamente el 5% de las emisiones globales. Según la Organización Mundial del Turismo, la huella de carbono de los establecimientos hoteleros supone el 20% del total, incluyendo calefacción y aire acondicionado, refrigeración de bares, restaurantes y climatización de piscinas. En cuanto a los medios de transporte, es el que genera el mayor porcentaje de emisiones del sector con un 75% sobre el total.

De ahí es que en cualquier foro la idea de promover un turismo responsable y sostenible este presente en todos los círculos de discusión. Pero, el sector turístico no solo es responsable, también es vulnerable al cambio climático.

El clima es el que determina la duración y la calidad de las temporadas turísticas y esto influye directamente en la elección de los destinos turísticos, pero también, del gasto turístico.

Así mismo, también afecta directamente a los entornos. Hoy en día ya se perciben las consecuencias del cambio climático en el turismo especialmente en zonas costeras, lugares montañosos y pequeñas islas que son, a la vez, los principales destinos para los viajeros y que son, a la vez, motor del sector. Si siguen avanzando, los expertos alertan, que el flujo de turistas en esta zona disminuirá y con él se perderán empleos, hoteles y negocios. Por todo ello la UNWTO-OMT las considera zonas especialmente sensibles a los cambios ambientales provocados por el clima al dirigirse a nichos turísticos que giran en torno a la naturaleza.

Frente a estas consecuencias, surgió en los primeros años de este siglo una corriente de sostenibilidad en la industria turística que, por un lado, impulsa la reducción de emisiones y que se plantea cambios en su funcionamiento para garantizar el futuro de los entornos y la seguridad y bienestar de los viajeros.

Hace apenas unos años, los expertos en turismo subrayaban la importancia de atraer inversiones a los destinos para proveer empleos y generar desarrollo económico. Los problemas ambientales y el cambio climático no eran temas de su competencia y de su responsabilidad. 

Hoy ya vemos como los cambios del clima afectan a los entornos, especialmente a las zonas costeras e islas como han expuestos organismos como el Intergovernmental Panel on Climate Change  (IPCC) que alerta del fenómeno de las inundaciones costeras. 

En Europa se prevé que, de mantenerse el actual escenario de reducción de emisiones e incremento de temperatura entre 2,5ºC y 3ºC, los daños vinculados incrementarán al menos 10 veces para finales del siglo XXI. Esto representa una auténtica amenaza para las comunidades costeras y su patrimonio natural, económico y cultural. Solo en la región del Mediterráneo viven 42 millones de personas en áreas costeras de baja altura, que están muy expuestas a una subida del nivel del mar.

El cambio climático, por lo tanto, supone un riesgo para el sector turístico. Lo vimos con cinco islas del Pacífico anegadas por la subida del agua del mar y ahora también en Yakarta, Indonesia. Las previsiones indican que en 2050, esta ciudad estará completamente sumergida; de hecho, se han visto obligados a mover su capital con una inversión de más de 30.000 millones de euros. 

Recuperar el sector del turismo en zonas de alto riesgo y buscar alternativas globales sostenibles a largo plazo es una prioridad, y esta preocupación también se ha trasladado a las autoridades internacionales de turismo con declaraciones como “Transformación hacia el turismo del futuro” para que el sector sea “más responsable, consciente y comprometido” y preserve la naturaleza, la cultura y las comunidades locales”

La emergencia climática, la pérdida de biodiversidad y de servicios ambientales o ecosistémicos que son los procesos de los ecosistemas naturales que benefician a los seres humanos, deben condicionar los modelos y desarrollos actuales en nuestra sociedad. Recursos ambientales clave de los que dependemos están en riesgo y la ciencia alerta de nuestra vulnerabilidad como refleja la situación sanitaria actual. Los actores implicados, incluyendo los consumidores, deben avanzar decididamente en el cambio. Reducir consumos, emisiones, residuos y otros impactos debe conjugarse con empleo, economía, cumplimiento de la legislación, salud y bienestar. No podemos retrasar más esa transición justa, responsable y sostenible, pero sobre todo, hecha con sentido común y lógica, y sobre todo, atendiendo a los ciudadanos que viven en los distintos territorios

La controvertida ODS, prevé que los objetivos 8, 12 y 14 se dediquen al turismo con el llamamiento de políticas y prácticas que generen un crecimiento económico sostenible e inclusivo, el consumo y la producción responsable y el uso de los océanos y los recursos marinos. 

Así mismo, en el ODS 13 se percibe la relación directa entre el turismo y la Agenda 2030. Con una meta integrada en este punto, se menciona ‘la incorporación de medidas referentes al cambio climático en políticas, estratégicas y planes nacionales’. Un dato interesante es que según el Pacto Mundial subraya que casi el 90% de las empresas que desarrollan su labor en el turismo ya está actuando para la consecución de los ODS, y los que los que más se aplican son los referentes a la reducción y mitigación de los impactos ambientales y la reducción de las emisiones de dióxido de carbono (CO2).

Pasar a las acciones sostenibles es también la línea de trabajo que se han marcado instituciones como la UNWTO – OMT o la WTTC con un programa conjunto que están implantando para llegar al 2050 libres de emisiones CO2. Un objetivo que comparten más de 300 agentes de la industria que firmaron la Declaración de Glasgow para la acción climática en el turismo presentada en la COP26. Con el apoyo de la OMT, se han unido a los gobiernos y destinos con el compromiso de reducir las emisiones a la mitad de aquí a 2030 y cumplir con el objetivo de cero emisiones antes de 2050.

Pero con todos estos esfuerzos, manifiesto, discursos y planes, ¿qué se hace de verdad?, ¿hay algo concreto para solucionar o paliar el impacto de los efectos de los fenómenos climáticos extremos?.

Sorprendentemente, y de manera muy resumida, se concluyó que de manera general entre las instituciones, autoridades y empresas relacionadas con el desarrollo turístico, existían ‘muchos deseos de tener en consideración’ pero pocos ejemplos concretos.

Por tanto, ¿y ahora qué?. Las respuestas: debemos buscarla en acciones coordinadas y conjuntas (estados), soluciones grupales (sociedad), sin olvidar las individuales (sociedad), es decir, básicamente concienciación y educación de la población receptora pero también de los turistas y los viajeros

Pero, ¿será suficiente?

Las ideas y opiniones expresadas en este documento no reflejan necesariamente la posición oficial del Tourism and Society Think Tank ni comprometen en modo alguno a la Organización, y no deberán atribuirse al TSTT o a sus miembros.

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