Para algunos ciudadanos, las políticas urbanas actuales favorecen demasiado al turismo en detrimento de las necesidades de la población local. En respuesta, varios grupos vecinales han comenzado a presionar a las autoridades para que implementen regulaciones que controlen los alquileres de corto plazo y protejan a los habitantes que aún desean vivir en el centro de la ciudad.
Más allá de los problemas económicos, el comportamiento de algunos turistas ha generado molestias y una creciente sensación de frustración entre los habitantes de Split. Muchos ciudadanos han expresado su indignación por las conductas incivilizadas que presencian con frecuencia, como el consumo excesivo de alcohol, actos de vandalismo y orinar en la vía pública. La presencia de grupos de turistas en estado de embriaguez a cualquier hora del día y el ruido constante han alterado la tranquilidad de los barrios históricos, transformándolos en zonas conflictivas para la convivencia diaria.
Los propietarios de negocios locales también se han visto afectados, ya que el comportamiento de algunos turistas ahuyenta a la clientela habitual y deteriora la imagen de Split como destino turístico. Además, estas conductas han desatado la furia de muchos residentes, quienes consideran que la ciudad ha perdido su identidad cultural y que el turismo masivo ha traído consigo una falta de respeto hacia la comunidad y sus tradiciones.
En respuesta a la presión de los residentes, las autoridades locales han empezado a evaluar posibles regulaciones para controlar la masificación del turismo. Entre las propuestas se encuentra limitar la cantidad de permisos de alquiler a corto plazo en determinadas áreas de la ciudad y establecer sanciones para aquellos turistas que incurran en comportamientos incivilizados. Estas propuestas buscan equilibrar el impacto del turismo con la necesidad de preservar la calidad de vida de los residentes y el patrimonio cultural de Split.
Algunas organizaciones turísticas y empresarios del sector consideran que estas regulaciones podrían afectar la economía local, que depende en gran medida del turismo. Sin embargo, los ciudadanos sostienen que se deben tomar medidas para evitar que Split pierda su autenticidad y que los residentes puedan coexistir con los visitantes sin que su vida diaria se vea afectada. Los activistas locales insisten en que es necesario un turismo más sostenible y menos invasivo, que respete los espacios de la comunidad y contribuya de manera positiva al desarrollo de la ciudad.
La situación en Split es un reflejo de lo que ocurre en otros destinos turísticos populares, donde el auge del turismo masivo ha traído tanto beneficios económicos como desafíos significativos para las comunidades locales. La ciudad se encuentra en un momento crítico, en el que las autoridades deberán tomar decisiones difíciles para encontrar un equilibrio entre el desarrollo económico que aporta el turismo y el bienestar de sus habitantes.
Los ciudadanos, por su parte, han mostrado su disposición a colaborar con las autoridades para buscar soluciones que permitan una convivencia respetuosa entre turistas y residentes. Sin embargo, si no se implementan cambios significativos, existe el temor de que el turismo masivo continúe deteriorando la calidad de vida en Split y altere irreversiblemente su carácter único.
A medida que Split se enfrenta a esta encrucijada, la ciudad podría ser pionera en la implementación de políticas que logren una gestión más equilibrada del turismo, que beneficie tanto a la economía local como a la comunidad. La experiencia de Split también podría servir como ejemplo para otros destinos que enfrentan desafíos similares, mostrando que el turismo puede ser compatible con la vida local si se adoptan las políticas adecuadas.