Las zonas que tradicionalmente atraen a turistas, como el Salar de Uyuni, La Paz, el lago Titicaca y el Parque Nacional Madidi, han experimentado una disminución significativa en la afluencia de visitantes. Las operadoras de turismo locales han reportado cancelaciones masivas de reservas, lo que ha dejado a muchos trabajadores del sector sin ingresos y ha llevado al cierre de hoteles, agencias de viajes y restaurantes en estas áreas.
A la inestabilidad política se suman los problemas económicos que atraviesa Bolivia en 2024. La inflación ha afectado gravemente al poder adquisitivo de la población, y el turismo no ha sido una excepción. Las tarifas aéreas, los precios de los alojamientos y los paquetes turísticos han subido considerablemente, lo que ha dificultado que tanto turistas nacionales como internacionales puedan permitirse viajar por el país.
Asimismo, el aumento del desempleo y la precarización de los trabajos en el sector turístico han hecho que muchos de los trabajadores del sector se vean obligados a buscar otras fuentes de ingresos. Las guías de turismo, los operadores y los pequeños negocios dependientes del turismo se encuentran entre los más afectados, con muchos enfrentando la posibilidad de cerrar de forma definitiva.
Además, el deterioro de la infraestructura turística y la falta de inversión en promoción internacional han agravado la crisis. Mientras otros países de la región, como Perú y Colombia, han lanzado agresivas campañas para atraer turistas, Bolivia se ha rezagado, lo que ha contribuido a su pérdida de competitividad en el mercado turístico internacional.
La percepción de inseguridad en Bolivia también ha tenido un impacto negativo en la industria turística. Los informes de incidentes delictivos en áreas turísticas y la falta de protección adecuada para los visitantes han generado desconfianza entre los potenciales turistas. Sin un esfuerzo coordinado para mejorar la seguridad en las principales zonas turísticas, Bolivia sigue perdiendo terreno frente a otros destinos de Sudamérica que han logrado posicionarse como lugares seguros y atractivos para los visitantes.
Ante esta situación, los actores del turismo en Bolivia han hecho un llamado urgente al gobierno para implementar medidas que puedan salvar al sector. Entre las propuestas destacan la necesidad de un plan de recuperación económica específico para el turismo, que incluya incentivos fiscales para las empresas turísticas, inversiones en infraestructura y campañas internacionales para recuperar la imagen del país como un destino seguro y atractivo.
Una de las estrategias que se plantea es fomentar el turismo interno, animando a los bolivianos a redescubrir su país y apoyar a las pequeñas empresas turísticas locales. Sin embargo, este esfuerzo podría no ser suficiente para paliar las pérdidas sufridas por la caída del turismo internacional, que históricamente ha representado una de las principales fuentes de ingresos para el sector.
Además, se ha propuesto establecer alianzas con países vecinos para crear rutas turísticas que incluyan a Bolivia dentro de circuitos internacionales, aprovechando la proximidad con destinos como Machu Picchu en Perú o el desierto de Atacama en Chile. Esta estrategia permitiría atraer a turistas internacionales que visitan la región y, al mismo tiempo, diversificar las opciones turísticas del país.
A pesar de los esfuerzos por evitar el colapso del turismo en Bolivia, el futuro sigue siendo incierto. La recuperación del sector dependerá en gran medida de la estabilización política y económica del país, así como de la capacidad del gobierno y del sector privado para implementar las estrategias necesarias para revitalizar la industria.