La falta de electricidad limita el funcionamiento de sistemas de aire acondicionado, calefacción de agua, iluminación y ascensores, elementos cruciales para la comodidad de los visitantes. Las instalaciones que han podido invertir en generadores a menudo enfrentan problemas de mantenimiento y suministro de combustible, lo que dificulta la operación de estos equipos. Para los turistas, la experiencia de Cuba se ve marcada no solo por la belleza natural y la riqueza cultural, sino también por la precariedad de las condiciones básicas de confort.
Además, los restaurantes, bares y otros espacios de ocio también se ven gravemente afectados por los cortes de luz, reduciendo la oferta gastronómica y de entretenimiento en las zonas turísticas. Muchos negocios, ya limitados por la falta de recursos y productos básicos, deben cerrar temporalmente o reducir sus horarios de atención, generando un círculo vicioso de pérdidas y más restricciones. Los visitantes que buscan una experiencia caribeña cómoda y sin interrupciones se ven cada vez más desanimados por esta situación, lo cual disminuye las probabilidades de recomendación y de retorno de los turistas.
A este problema energético se suman otros retos que han debilitado el turismo en Cuba en los últimos años. Las restricciones de viaje impuestas por Estados Unidos, la pandemia de COVID-19 y la escasez de suministros básicos, como alimentos y medicinas, han dejado a la industria en una situación frágil. En un momento en que el turismo mundial se recupera gradualmente, Cuba no está logrando aprovechar las oportunidades de reactivación debido a su infraestructura limitada y a las condiciones de vida precarias.
El gobierno cubano ha anunciado medidas para paliar la crisis energética, incluyendo la importación de combustible y acuerdos de cooperación con otros países. Sin embargo, estas soluciones temporales no han aliviado la situación en su totalidad y no se prevén mejoras significativas a corto plazo. La población local y el sector turístico enfrentan desafíos cada vez mayores, mientras las autoridades buscan formas de estabilizar el suministro y mejorar las condiciones.
Para los potenciales turistas, los apagones y la crisis energética representan factores de disuasión en la elección de destinos, mientras que para la industria turística cubana se trata de un golpe directo a su capacidad para generar ingresos. Algunos turistas informan que se sienten inseguros o que prefieren evitar el destino debido a la falta de servicios básicos y a las incomodidades que trae la escasez de electricidad.
En este contexto, Cuba se enfrenta a la urgente necesidad de una reforma profunda en su sistema energético y de estrategias que fortalezcan el sector turístico. Mientras el gobierno busca soluciones a esta crisis, los operadores turísticos y agencias de viaje en el extranjero intentan gestionar las expectativas de sus clientes y adaptar sus promociones, destacando experiencias alternativas y aspectos de la cultura cubana menos dependientes de los servicios tradicionales.
La crisis energética no solo afecta a los habitantes de la isla, sino que amenaza con reducir aún más las visitas internacionales, las cuales son vitales para la economía de Cuba. Para muchos, esta situación marca una prueba crucial sobre la capacidad de recuperación del país y su industria turística en medio de desafíos internos y externos sin precedentes.