Londres se consolidó como el destino más atractivo para la inversión hotelera en Europa, con un volumen de operaciones que superó los 2.200 millones de euros. Le siguen París, con 1.400 millones, y Madrid, que escala posiciones y se ubica como la tercera ciudad con mayor captación de capital en el continente, al sumar 816 millones de euros en transacciones hoteleras durante el año. La capital española no solo destacó por el volumen, sino también por el creciente interés en proyectos de reposicionamiento y reconversión, en línea con las nuevas tendencias de hospitalidad que priorizan la experiencia, el diseño y la sostenibilidad.
El informe de Cushman & Wakefield pone de relieve que, a pesar de las tensiones macroeconómicas, la inflación y el aumento de los tipos de interés, el apetito inversor por el sector hotelero permanece sólido. Los fondos institucionales continúan desempeñando un papel protagónico, al tiempo que se observa una participación creciente de inversores privados y operadores hoteleros que buscan ampliar su presencia en ciudades clave o ingresar en nuevos mercados con alto potencial de crecimiento.
En cuanto a las tipologías de activos más demandadas, los hoteles urbanos de gama media y alta lideran las preferencias, especialmente aquellos ubicados en zonas céntricas con alto tráfico turístico y capacidad para generar ingresos diversificados a través de la gastronomía, el wellness y eventos corporativos. Sin embargo, también se registra un creciente interés por el segmento vacacional de lujo, particularmente en destinos del Mediterráneo como las Islas Baleares, la Costa Azul y las costas italianas, que han experimentado una fuerte revalorización debido al auge del turismo premium.
Cushman & Wakefield destaca también la aceleración de criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) como factor determinante en las decisiones de inversión. Cada vez más, los hoteles deben cumplir con estándares de eficiencia energética, gestión responsable y compromiso social para ser considerados atractivos en los portafolios de inversión. Este enfoque no solo responde a la presión regulatoria y a las expectativas del mercado, sino que también se traduce en una mejor rentabilidad a largo plazo.
En un entorno que avanza hacia la digitalización, la sostenibilidad y la personalización de servicios, el sector hotelero se reafirma como una de las clases de activos más atractivas del inmobiliario europeo. Las perspectivas para 2024 son positivas, con una creciente estabilidad en los mercados financieros, una demanda turística robusta y el interés sostenido de inversores que ven en el turismo una oportunidad estratégica de crecimiento y diversificación.
La recuperación de la inversión hotelera en Europa no solo marca un regreso a los niveles anteriores a la crisis sanitaria, sino que inaugura una nueva etapa donde la calidad del producto, la experiencia del cliente y el compromiso con la sostenibilidad serán claves para el éxito de largo plazo.