El uso de tecnologías biométricas, como el reconocimiento facial, será clave en este nuevo modelo. Cámaras instaladas en puntos estratégicos del aeropuerto identificarán a los pasajeros en controles de seguridad, entrega de equipaje y puertas de embarque. Este sistema no solo promete reducir las colas y los tiempos de espera, sino también mejorar la eficiencia operativa y la seguridad.
Empresas líderes en tecnología de viajes, como Amadeus, están colaborando en el desarrollo de esta iniciativa. Según Valérie Viale, directora de gestión de producto en Amadeus, "la última gran evolución fue la introducción del billete electrónico en los años 2000. Ahora es el momento de dar un nuevo salto hacia sistemas más modernos y dinámicos".
Aerolíneas como British Airways, Air France-KLM, Finnair y Saudia Airlines ya están explorando la implementación de esta tecnología. Además, algunos aeropuertos, como los de Dubái y Singapur, ya están probando sistemas similares. En Europa, se espera que los principales hubs, como Madrid-Barajas o Barcelona-El Prat, sean de los primeros en adoptarlo.
Sin embargo, esta transformación también plantea desafíos significativos. La adaptación de la infraestructura aeroportuaria requerirá inversiones considerables en tecnología biométrica y sistemas de verificación instantánea. Además, la gestión de los datos biométricos de los pasajeros ha generado preocupaciones sobre la privacidad y la protección de la información personal. Para abordar estas inquietudes, las empresas tecnológicas han asegurado que la información biométrica se utilizará solo para confirmar identidades en tiempo real y no se almacenará, reduciendo así los riesgos de filtración de datos.
Este cambio también se alinea con las tendencias de digitalización en el sector aéreo. Por ejemplo, Ryanair ha anunciado que eliminará las tarjetas de embarque físicas en sus mostradores de facturación a partir de mayo del próximo año, requiriendo que los pasajeros realicen la facturación en línea o a través de la aplicación de la aerolínea.
La eliminación de las tarjetas de embarque y el check-in tradicional representa un avance significativo hacia una experiencia de viaje más fluida, segura y eficiente. Aunque la transición requerirá esfuerzos coordinados entre aerolíneas, aeropuertos y autoridades regulatorias, los beneficios potenciales para los pasajeros y la industria en general son considerables.