La implementación de restricciones migratorias, controles más severos y un aumento en los interrogatorios a la llegada, especialmente hacia personas con nombres extranjeros o pasaportes múltiples, ha generado una sensación de exclusión y vulnerabilidad.
El impacto de esta percepción no se limita al turismo vacacional. Los viajes de negocios y educativos también se están viendo afectados. Universidades estadounidenses han observado una caída en las solicitudes internacionales y las ferias comerciales reportan una menor participación de delegaciones europeas. Todo esto se traduce en una pérdida económica tangible, ya que el turismo internacional representa una fuente importante de ingresos para muchas ciudades y estados de EE.UU.
El sector turístico ha comenzado a reaccionar con preocupación ante esta tendencia. Organismos oficiales y asociaciones del sector están intentando contrarrestar el efecto con campañas que destacan la diversidad, apertura y hospitalidad de muchos destinos dentro del país. Sin embargo, estas iniciativas se ven limitadas por las declaraciones y acciones provenientes del ámbito federal, que generan titulares negativos en medios internacionales y afectan la percepción general.
Algunas compañías han optado por redirigir sus promociones hacia mercados considerados más receptivos o hacia destinos alternativos dentro del continente americano, como Canadá o México, que se perciben como opciones más acogedoras y estables. Esto no solo refleja un cambio de estrategia comercial, sino también una adaptación a las nuevas sensibilidades del viajero europeo, que prioriza cada vez más los valores de inclusión, seguridad personal y respeto cultural.
Los expertos advierten que, si esta tendencia se mantiene, Estados Unidos podría perder una porción significativa de su mercado turístico internacional a largo plazo. Restaurar la confianza y revertir la imagen negativa no será tarea sencilla, especialmente si las políticas actuales se consolidan o se radicalizan. La experiencia del visitante comienza mucho antes del viaje: se gesta en la narrativa que el país proyecta hacia el mundo.
Aunque la recuperación del turismo suele ser resiliente tras crisis de otro tipo, como las económicas o sanitarias, las consecuencias de una crisis reputacional prolongada son más difíciles de revertir. Si el mensaje que se transmite es de exclusión o rechazo, será cada vez más complicado atraer visitantes internacionales, incluso cuando las condiciones materiales del viaje —precio, conectividad, oferta cultural— sean favorables.
Estados Unidos sigue siendo un destino con una oferta turística inigualable, pero si quiere mantener su posición como uno de los países más visitados del mundo, deberá equilibrar su política interna con una visión estratégica sobre el valor del turismo internacional. La hospitalidad no puede ser una mera campaña de marketing, sino una política coherente y constante.