Por su parte, el camping de lujo, aunque comparte la esencia de mejorar la experiencia tradicional de acampar, se diferencia por un enfoque más cercano al modelo de resort o complejo turístico de gran escala. En estos espacios, los viajeros acceden a parcelas amplias equipadas con caravanas premium, bungalows de alta gama o cabañas modernas, acompañadas de instalaciones comunes como piscinas climatizadas, clubes infantiles, restaurantes gourmet, gimnasios, espectáculos y actividades deportivas organizadas. El camping de lujo apuesta por un estilo vacacional familiar, con un fuerte componente social y de comunidad, donde el visitante disfruta tanto del contacto con la naturaleza como de la variedad de servicios disponibles en un mismo recinto.
El éxito de estas fórmulas radica en su capacidad de responder a un perfil de viajero cada vez más diverso. Familias con niños, parejas jóvenes, grupos de amigos y hasta viajeros sénior encuentran en el glamping y el camping de lujo una opción que combina aventura, descanso y confort. La pandemia de 2020 actuó como catalizador en esta tendencia, ya que impulsó la búsqueda de destinos menos masificados y en entornos naturales, algo que aún hoy se refleja en la elección de millones de turistas. Lo que comenzó como una alternativa se ha convertido en un segmento consolidado del turismo europeo, con cifras que este verano han superado previsiones y han generado un notable impacto económico en áreas rurales y costeras.
Otro factor determinante en este crecimiento es la sostenibilidad. Muchos proyectos de glamping se han diseñado con criterios ecológicos, utilizando energías renovables, materiales reciclados y programas de conservación del entorno. Esto ha permitido que destinos naturales de gran valor, como parques nacionales o reservas, puedan acoger turismo sin comprometer su preservación. Al mismo tiempo, el camping de lujo ha sabido reinventarse con infraestructuras más eficientes, sistemas de gestión del agua y energías limpias, lo que le otorga una ventaja competitiva en un mercado cada vez más exigente en materia medioambiental.
La experiencia gastronómica también ha jugado un papel fundamental en la popularidad de estas propuestas. Mientras que en el camping tradicional solía ser habitual cocinar en pequeños fogones, ahora los complejos de lujo y glamping incluyen restaurantes de alta cocina, menús saludables de proximidad y actividades como catas de vino, talleres de cocina local o desayunos gourmet servidos en la propia tienda o cabaña. Esta evolución añade un valor cultural que se integra con las tradiciones del destino y convierte la estancia en una vivencia más completa.
En el plano económico, el glamping y el camping de lujo han aportado un nuevo dinamismo a zonas rurales, costeras y de montaña, atrayendo un tipo de turismo de mayor gasto que beneficia a comercios locales, guías, artesanos y productores de la región. Según estimaciones de asociaciones turísticas europeas, la facturación de estos alojamientos ha crecido más de un 20 % respecto al verano de 2024, consolidando un sector que ya no es visto como una moda pasajera, sino como una parte estable de la oferta turística.
De cara al futuro, se espera que la inversión en este segmento continúe en expansión, con proyectos que apuestan por experiencias temáticas, mayor integración tecnológica y un enfoque aún más personalizado hacia el cliente. La diferenciación entre glamping y camping de lujo se mantendrá como elemento distintivo, pero ambos seguirán compartiendo un objetivo común: ofrecer a los viajeros la oportunidad de vivir la naturaleza de manera exclusiva, cómoda y memorable. El verano de 2025 ha demostrado que Europa ha encontrado en estas fórmulas una vía innovadora para redefinir las vacaciones al aire libre, combinando modernidad, tradición y sostenibilidad en un mismo concepto.