Este plan ha sido impulsado especialmente por Tailandia, con su entonces primer ministro Srettha Thavisin proponiendo en 2024 un visado común que abarcara inicialmente seis países — Malasia, Vietnam, Camboya, Laos, Tailandia y Myanmar. Posteriormente, en mayo de 2025, la ministra de Turismo de Filipinas, Christina Garcia Frasco, también respaldó la iniciativa durante el foro Skift Asia en Bangkok, destacando que un visado único consolidaría a la ASEAN como un “destino único” ideal para viajeros internacionales.
Los beneficios proyectados son notables. Diversos estudios estiman que un visado común podría generar entre 333 000 y 654 000 empleos adicionales y sumar hasta 12 000 millones de dólares al PIB de la región, además de elevar la capacidad de atracción turística global. En un contexto donde el turismo interno ya representa cerca del 50 % del total de visitantes —como refleja la recuperación pospandemia—, simplificar el acceso desde países externos podría acelerar aún más este dinamismo.
Sin embargo, no todo es avance simplificado. Los desafíos que enfrenta este ambicioso plan son considerables. Para ejecutarlo, los países deben armonizar sus sistemas migratorios, sincronizar duraciones de estancia, protocolos de seguridad y metodologías de solicitud y control, lo que exige una coordinación intergubernamental sin precedentes. Asimismo, persisten preocupaciones legítimas sobre posibles excedentes de visado, trabajos ilícitos, riesgos de seguridad y manejo de datos, que requieren establecer mecanismos claros de control y confianza mutua.
Además, desde hace casi una década, se han explorado diferentes variantes del visado común, contando incluso con un enfoque gradual que comenzaría solo en los países del sudeste continental —Tailandia, Camboya, Laos, Vietnam, Myanmar y Malasia— para luego expandirse al resto. A día de hoy, no existe una fecha de lanzamiento definida y el proceso se encuentra aún en fase de deliberación, donde la rapidez para superar barreras administrativas será clave para su materialización.
Cabe destacar que, mientras se debate la propuesta interna del bloque, China presentó una iniciativa paralela: el “visado ASEAN”. Aunque no equivale a un visado común dentro del bloque, este nuevo documento permite a ejecutivos de los diez países de la ASEAN y a Timor-Leste obtener visados de múltiples entradas para China, con una duración de hasta cinco años y estancias de hasta 180 días por visita. Esta medida refuerza el panorama regional de facilitación de viajes y cooperación transfronteriza.
En suma, aunque aún envuelta en un gran “si”, la idea del visado común para el sudeste asiático representa un hito potencial: más allá de turismo, simboliza una integración más profunda, donde intercambios culturales, económicos y la conectividad global se potencian mediante una política migratoria compartida. Si la región logra superar los obstáculos técnicos y políticos, podría emerger un nuevo paradigma global en movilidad internacional, donde la ASEAN se presente como un solo destino accesible, diverso y atrayente para el mundo entero.