El planteamiento es sencillo y poderoso: pedir al turista no solo que visite, sino que participe activamente. Así, quienes optan por desplazarse en bicicleta, usar transporte público, llegar en tren o vehículo eléctrico, prolongar sus estancias, colaborar en labores de limpieza urbana o comunitaria, reciclar o participar en acciones medioambientales obtienen a cambio beneficios concretos: acceso gratuito o con descuento a museos, alquiler gratuito de bicicletas o embarcaciones, visitas guiadas, entradas culturales, conciertos o descuentos en alojamientos.
Los resultados de CopenPay son contundentes: solo en su última versión, más de 30.000 turistas participaron de forma activa, el alquiler de bicicletas creció un 59 %, y el 98 % de quienes participaron aseguró que recomendaría la experiencia. Además, siete de cada diez manifestaron su intención de mantener esos hábitos sostenibles cuando regresaran a casa.
Ante la demanda generada —más de 100 destinos contactaron con Wonderful Copenhagen tras conocer el modelo— DestinationPay se presenta como la versión internacional que estas ciudades estaban esperando. La propia capital danesa ya anticipa que en 2026 organizará un seminario web gratuito para compartir todo el conocimiento, datos y herramientas desarrolladas, con el fin de facilitar que otros territorios puedan adaptar la iniciativa a sus propios contextos.
De hecho, algunas ciudades ya han comenzado a dar pasos. Berlín, por ejemplo, ha anunciado sus planes para lanzar una versión local —temporalmente llamada “BerlinPay”— inspirada en esta propuesta danesa, mientras que regiones como Normandía (Francia) estudian adaptar esquemas similares de bajo carbono, con beneficios para quienes lleguen en tren o utilicen transporte público y bicicleta.
El impacto potencial de DestinationPay va mucho más allá de las recompensas individuales: al incentivar prácticas sostenibles, el modelo ayuda a reducir la huella ambiental del turismo, promueve un uso responsable de los recursos urbanos y fomenta una relación de largo plazo entre visitantes y destinos. Se trata de un nuevo paradigma que redefine lo que significa “turismo responsable”: ya no basta con visitar, ahora el viajero puede retribuir —literalmente— al lugar que visita.
Con DestinationPay, Copenhague no solo exporta una idea, sino que propone un cambio de mentalidad global: un turismo más consciente, participativo y sostenible. Y en un momento en que los destinos de todo el planeta buscan reinventarse para reducir su impacto y maximizar beneficios reales, esta apuesta no llega sola: quiere contagiarse y convertirse en norma. Porque hoy más que nunca, viajar puede ser también actuar —y de eso no solo nos beneficiaremos quienes visitamos, sino también quienes nos reciben.