La advertencia llega en un momento de creciente fricción entre ambas potencias sobre la regulación de los mercados digitales y la aplicación de normas tecnológicas. Recientemente, la Comisión Europea impuso una multa significativa a la plataforma X (anteriormente Twitter) por 120 millones de euros por supuestas infracciones de la Ley de Servicios Digitales europea, una sanción que generó protestas por parte del Gobierno estadounidense y que forma parte de un conjunto de multas y penalizaciones a empresas tecnológicas de EEUU que han recalentado las relaciones comerciales.
El núcleo de la queja estadounidense es la percepción de que las empresas europeas disfrutan de acceso libre y sin restricciones al mercado estadounidense, mientras que sus homólogas estadounidenses enfrentan procedimientos regulatorios, medidas impositivas y acciones legales en Europa que, según Washington, ponen en desventaja competitiva a las firmas de EE.UU. En su mensaje, Greer también advirtió que, en respuesta, podrían considerarse “cuotas” o “restricciones” a la provisión de servicios por parte de empresas extranjeras en el mercado de Estados Unidos, si Bruselas no modifica su enfoque regulatorio.
La inclusión de algunas empresas como Amadeus en la advertencia estadounidense llama la atención debido al papel estratégico de esta empresa de tecnologías de la información en la industria mundial de viajes y turismo. Amadeus, con sede en España, opera soluciones tecnológicas críticas para aerolíneas, hoteles, agencias de viajes y otros actores del sector turístico global, lo que refleja cómo el conflicto comercial entre Estados Unidos y la UE podría tener implicaciones más amplias para sectores clave de la economía internacional.
Desde la perspectiva europea, la respuesta a estas acusaciones ha sido la reafirmación del compromiso con un sistema regulatorio basado en normas claras y aplicadas de manera equitativa. Un portavoz comunitario de Soberanía Tecnológica ha enfatizado que la UE es un mercado abierto y basado en reglas, “donde empresas de todo el mundo operan con éxito y rentabilidad”, destacando que las normas europeas se aplican de forma justa y sin discriminación a todas las empresas que operan dentro del bloque. Asimismo, Bruselas ha subrayado que continúa implementando los compromisos de cooperación con Washington y que seguirá trabajando con EE.UU. para gestionar las diferencias comerciales.
Este episodio se produce en el marco de las relaciones transatlánticas, que históricamente han estado marcadas por cooperación y también por tensiones en ámbitos como el comercio, la competencia y la regulación tecnológica. La economía estadounidense y la europea representan conjuntamente una porción significativa del comercio y la inversión global, lo que implica que cualquier disputa regulatoria o comercial entre ellas puede tener repercusiones más amplias en los mercados internacionales.
Los analistas observan que la postura estadounidense podría intensificarse si no se logra un entendimiento mutuo sobre el tratamiento regulatorio de empresas de servicios y tecnología. La mención explícita de empresas europeas como posibles objetivos de medidas de retorsión sugiere que Washington está dispuesto a utilizar herramientas comerciales amplias, incluyendo aranceles y restricciones a servicios, para equilibrar lo que considera un terreno de juego desigual. Al mismo tiempo, la UE mantiene que sus normas están diseñadas para garantizar una competencia justa para todos los operadores en su territorio, lo que plantea un escenario de negociación compleja entre las dos potencias.
En definitiva, este enfrentamiento plantea un desafío significativo para las relaciones económicas transatlánticas, al tiempo que pone de relieve las tensiones subyacentes entre la regulación tecnológica, la política comercial y los intereses estratégicos de Estados Unidos y la Unión Europea, con posibles efectos de amplio alcance para empresas internacionales y marcos normativos globales.