Las cifras de llegadas muestran descensos en casi todas las regiones emisoras, con caídas notables desde mercados europeos como Alemania y Francia, así como desde Corea del Sur. Pero el descenso más pronunciado se ha observado en las llegadas desde Canadá, tradicionalmente la segunda mayor fuente de turistas extranjeros después de México, con una contracción de casi el 26 por ciento en comparación con el año pasado.
Este descenso en el flujo de visitantes internacionales ha tenido efectos palpables tanto en el volumen de ventas como en la confianza de los operadores turísticos y empresas vinculadas al sector. La reducción de turistas internacionales impacta en sectores complementarios como restaurantes, comercios minoristas, servicios de alojamiento y actividades recreativas, que dependen de los altos niveles de gasto característicos de los viajeros extranjeros. A pesar de que el turismo interno en Estados Unidos ha superado en algunos momentos las cifras previas a la pandemia, compensando parcialmente el déficit dejado por el turismo internacional, los expertos subrayan que esta recuperación doméstica no es suficiente para equilibrar completamente las pérdidas económicas.
La industria de viajes y turismo en Estados Unidos genera tradicionalmente billones de dólares en producción económica y millones de empleos directos e indirectos. En 2024, el gasto de visitantes internacionales se acercó a los 179 mil millones de dólares, una cifra que, de acuerdo con algunos cálculos, se vería reducida en alrededor de seis mil millones este año si persiste la tendencia de caída de llegadas.
Esta pérdida no solo afecta los ingresos de las grandes empresas del sector, sino que también se traduce en presiones adicionales sobre las pequeñas y medianas empresas que dependen de la afluencia de turistas para mantener su actividad.
Los factores que han contribuido a esta situación son diversos y complejos, abarcando elementos de política exterior, economía, regulaciones migratorias y percepciones internacionales sobre la accesibilidad y la bienvenida que ofrece Estados Unidos. La implementación de tarifas elevadas, mayores restricciones de viaje, obstáculos burocráticos para la obtención de visas y la incertidumbre en torno a los controles fronterizos han generado un entorno que muchos viajeros perciben como menos atractivo o más difícil de navegar. El tono de los discursos políticos hacia países socios y mercados clave también ha influido negativamente en la percepción global, lo que ha llevado a viajeros potenciales a reconsiderar o reorientar sus destinos.
La reducción de la financiación para organismos como Brand USA, una entidad dedicada a la promoción del turismo internacional en el país, ha profundizado la brecha entre las necesidades promocionales del sector y las prioridades presupuestarias del gobierno federal. Esta brecha ha generado preocupación entre los líderes de la industria, que ven en la falta de inversión en promoción internacional un obstáculo adicional para recuperar la competitividad frente a destinos que ahora compiten agresivamente por atraer turistas globales.
No obstante, pese a estos desafíos, Estados Unidos sigue siendo un destino inmensamente atractivo, con una diversidad de atracciones que siguen capturando la atención de partes del mercado turístico mundial. Eventos globales planificados, como la próxima Copa Mundial de la FIFA coorganizada por Estados Unidos, Canadá y México, representan oportunidades significativas para revitalizar el interés internacional y atraer flujos de visitantes. Algunos analistas estiman que estos eventos podrían atraer millones de visitantes extranjeros adicionales, proporcionando un impulso económico sustancial y ayudando a revertir las tendencias decrecientes de la recuperación.
La industria de viajes de Estados Unidos se encuentra en un punto de inflexión. A pesar de enfrentarse a presión por factores estructurales y coyunturales, el potencial de recuperación sigue siendo real, especialmente si se abordan los desafíos regulatorios, se restablece la promoción internacional y se capitaliza el atractivo único del país como destino de viaje. La capacidad de soportar estos vientos en contra dependerá en gran medida de las respuestas estratégicas del sector y de las políticas públicas que puedan realinear al país con las expectativas y necesidades de los viajeros internacionales.