Uno de los elementos más controvertidos de esta propuesta es la inclusión obligatoria de una fotografía facial reciente, o “selfie”, que se emplearía para cotejar y verificar la identidad de quien solicita el ESTA. A diferencia del sistema actual, que se basa en información básica como pasaporte, datos de contacto y antecedentes penales, este enfoque introduciría comparaciones biométricas en la fase previa al viaje, aunque la propuesta aún está en fase de revisión y su ejecución definitiva no está garantizada.
Además de la biometría, las autoridades estadounidenses planean exigir que los turistas y otros visitantes proporcionen información de sus cuentas de redes sociales utilizadas durante los últimos cinco años. Esta exigencia de datos digitales personales ampliados representa un salto significativo en la cantidad de información que las personas deberán divulgar antes de recibir la autorización para viajar al país y es uno de los puntos que más ha generado debate en términos de privacidad, libertad de expresión y derechos digitales.
La expansión de estos requisitos no se limitaría únicamente a las redes sociales. La propuesta también contempla solicitar números de teléfono y direcciones de correo electrónico utilizados en los últimos años, direcciones IP y metadatos de los archivos enviados, así como detalles sobre familiares —incluyendo nombres, fechas de nacimiento y direcciones— y posibles ampliaciones en la recogida de datos biométricos como huellas dactilares, escáner de iris e incluso material genético. La amplitud de esta recopilación de datos ha sido descrita por algunos observadores como un ejemplo sin precedentes de control digital aplicado a visitantes internacionales.
Estos cambios responden, según el Departamento de Seguridad Nacional, a la necesidad de reforzar la seguridad nacional y prevenir amenazas potenciales antes de que los viajeros pongan pie en territorio estadounidense. Sin embargo, defensores de los derechos civiles, expertos en privacidad digital y organizaciones de turismo han expresado críticas, señalando que estos requisitos podrían disuadir a personas de planificar viajes de ocio, negocios o visitas familiares, y deteriorar la imagen internacional de Estados Unidos como destino receptivo.
El impacto potencial de estas medidas es amplio. Millones de visitantes internacionales que cada año utilizan el ESTA, una opción cómoda y rápida para estancias cortas de turismo o negocios, tendrían que ajustarse a un proceso mucho más intrusivo en términos de datos personales. Esto podría tener consecuencias sobre los flujos turísticos y los patrones de viaje, particularmente si los visitantes perciben que sus derechos digitales están comprometidos o que la complejidad de los requisitos reduce la accesibilidad del destino.
La propuesta de la CBP está actualmente abierta a comentarios públicos durante un período de 60 días, durante el cual organizaciones, países socios y ciudadanos pueden expresar sus opiniones y preocupaciones. Este período de consulta es un paso habitual en la formulación de políticas federales en Estados Unidos, y podría influir en ajustes antes de que las medidas, si se aprueban, entren en vigor.
En el contexto de un entorno global en el cual otras regiones, como la Unión Europea, también están avanzando hacia sistemas más digitalizados de control fronterizo bajo programas como el Sistema Europeo de Información y Autorización de Viajes (ETIAS) y el sistema de entradas y salidas automatizado, la propuesta estadounidense se enmarca dentro de una tendencia más amplia hacia la gestión digital de fronteras. Sin embargo, la amplitud de los datos exigidos y el enfoque propuesto por Estados Unidos destacan por su alcance y por el impacto que podría tener en los derechos de los viajeros si finalmente se implementan de forma definitiva.
La reforma del proceso de solicitud del ESTA propuesta por la administración estadounidense representa un avance significativo hacia un mayor control digital de los viajeros internacionales, con implicaciones relevantes en términos de seguridad, privacidad y dinámica del turismo global, que actualmente se encuentran bajo escrutinio público y debate internacional.