La eliminación de barreras para la entrada ha tenido repercusiones inmediatas. Operadores turísticos internacionales han reportado un aumento notable de reservas hacia China, impulsado por la eliminación de trámites que históricamente eran considerados engorrosos por los viajeros. Antes de esta reforma, obtener un visado de turista tipo L requería planificación y colocaba a China en desventaja frente a destinos que ofrecen visados electrónicos o acceso sin visado con mayor rapidez y flexibilidad. Con las nuevas condiciones, incluso turistas que antes descartaban visitar el país por la complejidad del proceso ahora están reconsiderando sus itinerarios.
Este cambio también ha venido acompañado de una apertura más amplia de políticas de tránsito sin visado (TWOV, por sus siglas en inglés), que permiten a viajeros internacionales con itinerarios de conexión corta permanecer en China durante períodos específicos sin la exigencia de visado adicional, siempre que cumplan con los requisitos de transporte hacia un tercer país. Esta fórmula se ha convertido en una estrategia efectiva para captar turistas de tránsito que, de otra manera, solo habrían hecho escala en aeropuertos sin visitar el país propiamente dicho.
Además de las reformas en materia de visados, los visitantes extranjeros están encontrando sorpresas adicionales en aspectos operativos del transporte dentro de China. El sistema ferroviario, uno de los más extensos y eficientes del mundo, opera con requisitos de identificación estrictos —el sistema de ticketing exige la presentación de pasaportes o documentos de identidad válidos al comprar y recoger boletos—, lo cual ha generado debates en comunidades de expatriados y viajeros frecuentes sobre la necesidad de facilitar aún más estos procesos. Sin embargo, dicho sistema real-nombre tiene como propósito principal combatir la reventa y mejorar la seguridad del transporte en la red nacional.
Para los viajeros que se desplazan dentro del país, el uso de aplicaciones y plataformas digitales se ha convertido en una herramienta indispensable. Aunque algunas de ellas requieren adaptaciones específicas para usuarios extranjeros —por ejemplo, vincular un número de teléfono extranjero o adaptar aplicaciones de pago como Alipay o WeChat Pay— estas tecnologías permiten acceder a descuentos, reserva de tickets con anticipación y una planificación más eficiente del viaje en trenes de alta velocidad, autobuses y otros servicios.
El impacto de estas políticas no se limita únicamente al aumento de turistas. Expertos en movilidad internacional señalaron que la liberalización de los requisitos de entrada puede tener efectos secundarios positivos en otras áreas, tales como la colaboración académica o los intercambios culturales, dado que un régimen de visado más flexible facilita la movilidad de profesionales, estudiantes y delegaciones internacionales. Esta tendencia, observada también en estudios sobre movilidad global, sugiere que la apertura al turismo puede ser un catalizador para conexiones más amplias entre China y otras naciones.
A nivel económico, la reapertura y el incremento del turismo contribuyen a la recuperación de sectores asociados al consumo y servicios. Desde hoteles y restaurantes hasta agencias de viajes y operadores locales, la llegada de visitantes extranjeros supone una fuente renovada de ingresos y una oportunidad para posicionar destinos tradicionales y emergentes dentro del vasto territorio chino.
No obstante, aunque las reformas han sido bien recibidas por la comunidad internacional, persisten desafíos logísticos y culturales. Muchos visitantes destacan la necesidad de familiarizarse con aplicaciones de transporte y pagos locales, superar barreras lingüísticas y adaptarse a prácticas administrativas propias del país. Aun así, la tendencia general apunta hacia una China que, consciente de su potencial turístico global, avanza decididamente hacia una mayor apertura y accesibilidad para los viajeros de todo el mundo.