Estas medidas en Bélgica no son un caso aislado sino parte de un patrón más amplio de ajustes que Ryanair ha venido implementando en diversas jurisdicciones europeas durante 2025 y que se intensifican conforme las autoridades han optado por incrementar tasas o no ofrecer incentivos para atraer y mantener operaciones aéreas de bajo coste. En España, por ejemplo, Ryanair ha suprimido ya más de tres millones de asientos entre recortes programados y cancelaciones de bases, especialmente en aeropuertos regionales, tras las subidas aprobadas por Aena y el aumento de costes aeroportuarios que la compañía considera poco competitivos para su modelo de negocio.
La situación en Alemania también refleja esta tendencia: Ryanair anunció recortes de capacidad para la temporada de invierno 2025, retirando aproximadamente 800 000 plazas y cancelando 24 rutas en ocho o nueve aeropuertos de alto coste, incluidos hubs como Berlín, Hamburgo y Memmingen. Estos ajustes han reducido la oferta global de la aerolínea en el mercado germano por debajo de los niveles del invierno anterior, indicando que los incrementos en tasas de acceso y otros cargos están determinando decisiones estratégicas de capacidad e incluso cierre de bases.
Por su parte, en Francia Ryanair ha dejado de operar vuelos desde varios aeropuertos secundarios como Bergerac, Brive y Estrasburgo durante la temporada de invierno como respuesta directa a la política fiscal del país, que ha elevado los impuestos sobre billetes de avión en los últimos años. Estas cancelaciones afectan tanto a conexiones domésticas como a internacionales, impactando a viajeros del Reino Unido y otros mercados europeos que utilizaban estas rutas de bajo coste.
Los recortes de Ryanair se han extendido además a otros países del este y centro de Europa, incluidos Austria, Estonia, Letonia y Lituania, en los que la compañía ha reducido operaciones argumentando que las tasas y costes de acceso han hecho inviable su presencia o rentable su oferta de vuelos. En conjunto, estos movimientos forman parte de una estrategia en la que Ryanair está reevaluando su red europea, eliminando capacidad en mercados donde los costes se han disparado y orientándola hacia países que ofrecen condiciones más favorables desde el punto de vista fiscal y operativo, como Italia (excepto algunos aeropuertos con tasas altas), Suecia, Hungría, Polonia, Eslovaquia, Albania o incluso fuera de la UE, en Marruecos, donde los costes de operación son más bajos y las perspectivas de crecimiento del tráfico son más atractivas.
El impacto de estas decisiones va más allá de la simple reducción de vuelos, pues afecta de manera integral a sectores económicos locales y nacionales. La disminución de plazas ofertadas por Ryanair se traduce en menos opciones de conectividad para turistas y viajeros de negocios, lo que puede reducir la competitividad de destinos turísticos, disminuir ingresos por turismo y generar incertidumbre en el empleo vinculado al sector aeronáutico y turístico. Las autoridades locales y nacionales de los países afectados se enfrentan ahora al desafío de equilibrar las políticas de financiación pública, incluidos los fondos destinados a sostenibilidad y mejoras de infraestructura, con la necesidad de mantener a los operadores aéreos competitivos y preservar la conectividad y el turismo.
Desde la compañía, los responsables comerciales han instado en múltiples ocasiones a los gobiernos europeos a reconsiderar sus políticas fiscales, advirtiendo que los incrementos en tasas aeroportuarias y tributos sobre billetes de avión podrían tener efectos contraproducentes, elevando los precios para los consumidores, reduciendo el tráfico aéreo y empujando a las aerolíneas a trasladar su capacidad a mercados más favorables. A su vez, algunos países, como Alemania, han respondido haciendo marcha atrás en sus planes iniciales de aplicar nuevos gravámenes tras observar los efectos adversos sobre la capacidad ofrecida por aerolíneas de bajo coste.
Los recortes de Ryanair en Bélgica y otros países europeos reflejan una tensión creciente entre las políticas públicas en materia de tasas aeronáuticas y la sostenibilidad de los modelos de negocio de las aerolíneas de bajo coste, cuyo alcance y evolución continuarán siendo un factor determinante en la conectividad aérea y en la dinámica del turismo en Europa durante los próximos ejercicios.