En Grecia, las islas de Santorini y Mykonos enfrentan desafíos similares. El primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, anunció la implementación de una tarifa de 20 euros por turista que desembarque de un crucero en estas islas durante la temporada alta. Además, se planea regular el número de cruceros diarios permitidos para evitar el colapso turístico y preservar la infraestructura local.
En España, destinos como Ibiza y Mallorca han tomado decisiones para gestionar el turismo de cruceros. Ibiza planea limitar la llegada de cruceros para combatir el exceso de turismo, mientras que Mallorca ha establecido un límite de tres cruceros diarios. Estas iniciativas buscan equilibrar la actividad turística con la calidad de vida de los residentes y la conservación del entorno.
Por otro lado, algunas ciudades han optado por estrategias diferentes. Valencia, por ejemplo, ha experimentado un aumento en la llegada de megacruceros. Aunque la alcaldesa María José Catalá ha expresado su intención de reducir la llegada de estos barcos a partir de 2026, la consellera de Turismo, Nuria Montes, considera que la ciudad puede absorber el flujo adicional de turistas sin problemas de masificación, dado su tamaño y capacidad.
A nivel global, el turismo de cruceros ha mostrado un crecimiento significativo. Se estima que en 2023, el número de cruceristas alcanzó los 31,5 millones, superando las cifras de 2019. Este incremento ha generado debates sobre la sostenibilidad y el impacto ambiental de esta modalidad turística.
Los impactos económicos del turismo de cruceros son innegables. En España, durante 2023, se registró un impacto económico de aproximadamente 9.500 millones de euros, según datos de Ocean Capital Partners. Sin embargo, este crecimiento también ha suscitado preocupaciones sobre la capacidad de los destinos para manejar grandes volúmenes de turistas sin comprometer su patrimonio cultural y natural.
Además de las medidas restrictivas, algunos destinos están explorando alternativas para diversificar su oferta turística y reducir la dependencia de los cruceros. Por ejemplo, se están promoviendo estancias más prolongadas y experiencias culturales auténticas que beneficien tanto a los visitantes como a las comunidades locales. Estas iniciativas buscan fomentar un turismo más sostenible y equilibrado.
Mientras el turismo de cruceros continúa siendo una fuente significativa de ingresos para muchos destinos, la creciente conciencia sobre sus impactos ha llevado a la implementación de diversas estrategias para gestionar su influencia. Desde restricciones en la llegada de barcos hasta la promoción de alternativas turísticas más sostenibles, las ciudades y regiones afectadas buscan equilibrar los beneficios económicos con la preservación de su patrimonio y la calidad de vida de sus habitantes.