El panorama en rutas internacionales dentro de Latam también es heterogéneo. Colombia y Uruguay reflejan incrementos del +8,6 % y +7,8 % respectivamente; Argentina, Perú y Chile registran subidas más moderadas (+1,6 % a +3,6 %), mientras que México y Brasil muestran caídas notables de –7,1 % y –8,4 %. Estas cifras indican una recuperación desigual en los flujos turísticos regionales, con algunos países afrontando mayores desafíos para mantener sus vínculos aéreos intrarregionales.
El informe destaca, además, una tendencia relevante en las rutas transnacionales: los billetes hacia Estados Unidos han bajado considerablemente, con caídas de hasta –50 % interanual en rutas de Chile, –25 % en Brasil y –24,9 % en Argentina, y descensos menores en Colombia (–14,4 %), México (–9,2 %) y Perú (–8 %). Este escenario supone una oportunidad para estimular tanto el turismo receptivo como el emisivo —regional y desde EE. UU.— hacia finales de 2025. En cambio, las tarifas hacia Europa muestran una tendencia claramente al alza en la mayoría de países, con aumentos interanuales del +13 % en Colombia, +16,5 % en México, +4,4 % en Argentina, y crescentes también en Chile (+2,5 %) y Perú (+2,4 %). Brasil se erige como la excepción, con un descenso del –6,5 %.
Estos datos reflejan la influencia de factores geopolíticos y la competencia en el mercado, que presionan las tarifas aéreas hacia EE. UU., impulsándolas a la baja, mientras que las conexiones con Europa se encarecen. En consecuencia, se amplía la brecha en competitividad de los destinos latinoamericanos en función de sus principales conectividades.
El contexto actual se enmarca en una realidad donde el transporte aéreo ya representa 8,3 millones de empleos y casi USD 240.000 millones al PIB regional, según IATA. Sin embargo, los latinoamericanos realizan en promedio solo 0,65 vuelos por año, muy por debajo de los 2,5 en Estados Unidos o los 4,5 en España, lo que indica un acceso restringido a las conexiones aéreas.
Carlos Cendra, socio y director de Marketing y Comunicación de Mabrian, resalta que "la conectividad aérea supone oportunidades de crecimiento económico, fomenta la movilidad regional y fortalece el atractivo de América Latina como destino turístico". A su juicio, es imprescindible ampliar redes de conectividad, permitir nuevos actores y ofrecer más alternativas para hacer los viajes aéreos más accesibles.
El análisis refleja, en suma, un escenario complejo. Por una parte, la reducción de tarifas hacia Estados Unidos abre oportunidades para consolidar flujos emitidos y recibidos entre ambos mercados. Por otra, el aumento de los costos hacia Europa puede limitar la capacidad competitiva de los destinos latinoamericanos frente al turista europeo. Al interior, la evolución dispar de las tarifas domésticas revela que los destinos mejor estructurados están capturando mayor demanda, mientras que otros pueden ver limitada su atracción por los precios elevados.
Este contexto exige una estrategia coordinada: fortalecer la conectividad doméstica e internacional, fomentar la entrada de aerolíneas de bajo costo, impulsar políticas flexibles de precios y promoción, y generar colaboraciones público-privadas para mejorar el acceso aéreo. Solo así se podrá revertir la barrera estructural que representan los altos precios de los billetes y potenciar el desarrollo turístico de América Latina hasta 2025 y más allá.
El costo del transporte aéreo sigue siendo un factor decisivo para el crecimiento del turismo latinoamericano. Mientras los pasajes bajan hacia EE. UU. y suben hacia Europa, los destinos de la región se enfrentan al reto de equilibrar competitividad, conectividad y asequibilidad —elementos clave para estimular una movilidad más frecuente y rentable. Si se logra avanzar en estos frentes, las cifras podrían dejar de ser una barrera y convertirse en catalizadores de un turismo regional más dinámico y sostenible.