El principal motor de este espectacular crecimiento se encuentra en la notable recuperación de los mercados emisores clave de Asia, especialmente Corea del Sur, Taiwán y China continental. De hecho, el turismo procedente de China, que durante los últimos años experimentó caídas abruptas debido a las restricciones sanitarias y tensiones diplomáticas, muestra signos sólidos de recuperación. La JNTO ha señalado que el restablecimiento progresivo de las rutas aéreas y el aumento en la emisión de visados están favoreciendo el regreso paulatino de los viajeros chinos, aunque aún no se ha alcanzado el nivel previo a la pandemia. Corea del Sur, por su parte, continúa liderando el ranking de llegadas internacionales a Japón, seguido de cerca por Taiwán y Estados Unidos, que mantiene una posición destacada como mercado emisor no asiático.
El éxito de Japón como destino turístico no es casual, sino el resultado de una estrategia clara de reapertura gradual y fortalecimiento de su oferta turística. Desde la eliminación de restricciones de entrada hasta el impulso de campañas promocionales internacionales, las autoridades japonesas han apostado por una recuperación sólida y segura, combinando medidas sanitarias con acciones de marketing orientadas a la diversificación de mercados. Además, el gobierno japonés ha intensificado sus esfuerzos por atraer turismo de alto valor, promoviendo experiencias culturales únicas, estancias rurales y propuestas relacionadas con la gastronomía, la tecnología y el patrimonio tradicional.
Otro factor que ha jugado a favor de este auge turístico es la debilidad del yen frente a otras divisas internacionales. La depreciación de la moneda japonesa ha convertido al país en un destino más asequible para muchos viajeros, incentivando el gasto turístico y prolongando la estancia media. Restaurantes, comercios y alojamientos están viendo un aumento significativo en la demanda, lo que está dinamizando la economía local, especialmente en zonas menos conocidas fuera del eje Tokio-Kioto-Osaka. Este fenómeno ha reforzado el llamado “turismo disperso”, una apuesta del gobierno para descongestionar los grandes núcleos urbanos y favorecer el desarrollo regional.
A pesar del entusiasmo que despiertan estas cifras, el crecimiento vertiginoso del turismo también plantea desafíos importantes para la sostenibilidad del sector. La presión sobre la infraestructura urbana, el aumento del turismo de masas y las tensiones entre visitantes y residentes locales han reavivado el debate sobre la necesidad de una gestión más equilibrada. Las autoridades japonesas, conscientes de estos retos, están explorando medidas para limitar la sobrecarga turística en ciertos destinos, fomentar la educación del viajero y promover prácticas más responsables por parte de empresas y visitantes.
El auge turístico de Japón en 2025 no solo confirma su posición privilegiada en el mapa global del turismo, sino que también refleja un cambio profundo en los patrones de movilidad internacional tras la pandemia. Con una oferta que combina innovación, tradición, seguridad y hospitalidad, Japón se perfila como un modelo de resiliencia y adaptación en un contexto mundial aún incierto. Los próximos meses serán clave para comprobar si esta tendencia puede sostenerse sin comprometer los valores que han hecho de Japón un destino admirado en todo el mundo.