En un sector tan dependiente del petróleo, donde las emisiones de carbono aumentan año tras año, la urgencia de respuestas sostenibles es inminente. Los CEOs debatieron sobre la disponibilidad, los costes, los incentivos fiscales y las barreras regulatorias que rodean a los combustibles alternativos. En su reflexión destacaron la importancia de contar con políticas claras que respalden la producción y el uso de SAF, así como la necesidad de colaboración público-privada para que estos combustibles alcancen escala y competitividad.
La reunión, que fue un espacio para compartir experiencias, incluyó también a representantes de Lufthansa, la patronal DRV, el Instituto de Turismo y Ocio, así como a miembros de los equipos de DERTOUR, Hotelplan, Condor y Discover, quienes aportaron la perspectiva operativa y estratégica de sus compañías . La implicación de actores de diferentes segmentos —touroperadores, aerolíneas, agencias y entidades sectoriales— permitió abordar el desafío desde un enfoque transversal, que contempla tanto la demanda turística como las infraestructuras y la cadena de suministro energético.
Futouris, que desde su nacimiento ha promovido un turismo más responsable, volvió a situarse en el centro de las iniciativas que impulsan la descarbonización. La cumbre sirvió para remarcar que sin combustibles sostenibles no será posible cumplir con los compromisos medioambientales ni mantener la confianza de los viajeros conscientes del impacto climático de sus desplazamientos.
Los combustibles de aviación sostenible, entre los que se incluyen biocombustibles de segunda generación o derivados de residuos, fueron presentados como una de las opciones más prometedoras de reducción de emisiones. Sin embargo, los participantes apuntaron que su producción es limitada y los precios aún elevados, lo que hace vital el desarrollo industrial, el aumento de la inversión en I+D y la implementación de normas europeas que faciliten su adopción masiva.
Aunque se reconoció que estas barreras persisten, también se destacó el papel que las aerolíneas ya están desempeñando, tanto en la formulación de objetivos internos de sostenibilidad como en la inversión en iniciativas piloto. Citando ejemplos, los responsables señalaron que algunas compañías comenzaron a aplicar precios internos al carbono y a adquirir créditos voluntarios de carbono, aunque advirtieron que estos mecanismos no suponen una solución definitiva, sino instrumentos de transición que requieren supervisión y transparencia para evitar prácticas poco efectivas o mal implementadas.
La cumbre de Futouris en Colonia no solo generó un espacio de reflexión, sino también una hoja de ruta colectiva. Se plantearon acciones concretas como incentivar fiscalmente el uso de SAF en vuelos comerciales o alianzas público-privadas para escalar la producción. Asimismo, se acordó promover la cooperación entre aerolíneas y proveedores de combustible en proyectos conjuntos y compartir datos sobre eficiencia energética y huella de carbono, con el fin de establecer mejores prácticas replicables a lo largo de la industria.
Los impactos del cambio climático ya están afectando la percepción del viaje y la demanda turística: en Europa se observan tendencias crecientes de "flygskam" o vergüenza de volar, que presionan a las aerolíneas a ofrecer alternativas sostenibles y responsables. En este contexto, los CEOs coincidieron en que utilizar SAF es una de las pocas opciones capaces de mantener operaciones aéreas viables sin renunciar a los objetivos de reducción de emisiones.
Aunque persisten retos financieros, técnicos y regulatorios, la voluntad expresada por los ejecutivos presentes fue un paso decisivo. El empuje a los combustibles alternativos y a la descarbonización operativa en la aviación es una necesidad no solo para los operadores turísticos, sino para toda la cadena ecológica que subyace al viaje, desde los destinos hasta los proveedores de energía.
La cumbre de Futouris reafirma que el compromiso con la sostenibilidad en el turismo va más allá de promesas: requiere herramientas concretas como los SAF, colaboración multisectorial y marcos normativos sólidos. Solo así será posible transformar una industria vital para la economía y conectividad global sin comprometer nuestro futuro climático.