Ante esta iniciativa legislativa, la asociación Airlines for Europe (A4E), que representa a diecisiete grandes compañías, ya ha comenzado a armonizar sus medidas para evitar la imposición obligatoria de nuevas restricciones legales. Dentro de este movimiento, Ryanair ha anunciado que aumentará la capacidad permitida para el artículo pequeño: pasará de los actuales 40 × 25 × 20 cm a 40 × 30 × 20 cm, adaptando sus medidores de equipaje en aeropuertos en las próximas semanas.
El cambio ha sido impulsado también por un precedente legal de peso. En 2014, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea dictaminó (caso C‑487/12) que el equipaje de mano de tamaño razonable no puede conllevar un suplemento, al considerarse un elemento necesario del transporte de pasajeros. Los legisladores interpretan que la nueva normativa consolida esa doctrina y debería eliminar totalmente los recargos por equipaje no facturado.
No obstante, el endurecimiento de las reglas no está exento de críticas. Las aerolíneas advierten que, al no poder cobrar por este tipo de equipaje, se verán obligadas a subir las tarifas base para compensar la pérdida de ingresos. Además, señalan que el alojamiento en el compartimento superior será más complejo, lo que podría ralentizar el embarque y generar retrasos operativos. También alertan de un posible aumento en las emisiones de CO₂ si se permite en cabina más equipaje que antes iba en bodega.
Por su parte, responsables del transporte europeo, como Matteo Ricci, vicepresidente de la Comisión de Transporte y Turismo, respaldan las medidas como “un paso significativo hacia viajes más justos y transparentes”, al proteger a los pasajeros de “costes injustificados” y eliminar sorpresas desagradables al reservar.
La votación también abarca otras mejoras, como el derecho a llevar asientos contiguos gratuitamente para menores de 12 años y acompañantes de personas con movilidad reducida, además de reforzar los procesos de reembolso y compensación por cancelaciones o demoras, simplificando así los formularios y el tiempo de respuesta.
Para los viajeros, la instauración de estas nuevas reglas promete claridad y tranquilidad. La habitual lista de restricciones, que abarca tamaños variables, pesos difusos y costes ocultos, podría desaparecer muy pronto, reduciendo significativamente los contratiempos en aeropuertos. Además, la estandarización permitiría una mejor comparativa de tarifas entre aerolíneas, ayudando a los consumidores a tomar decisiones más informadas.
En paralelo, algunas terminales han iniciado mejoras en los controles de seguridad. En países como el Reino Unido, aeropuertos como Edimburgo y Birmingham han eliminado el límite de 100 ml para líquidos gracias a la instalación de escáneres avanzados de tomografía (CT), permitiendo transportar hasta 2 litros sin extraer los envases ni los dispositivos electrónicos del equipaje. No obstante, esta práctica aún no es uniforme en toda Europa, por lo que los pasajeros deben confirmar las reglas en cada aeropuerto.
De implementarse la nueva normativa en todos los Estados miembros, el futuro sumaría una experiencia de vuelo más eficiente, transparente y coherente, con normas claras tanto para pasajeros como para aerolíneas. Pero si se impone una tarifa obligatoria única en el billete, no faltan quienes advierten que ello podría generalizarse en detrimento de la flexibilidad y los perfiles tarifarios diferenciados que actualmente ofrecen los transportistas.
La tendencia hacia reglas uniformes para el equipaje de mano refleja una voluntad política de proteger al consumidor y acabar con prácticas confusas o abusivas. Sin embargo, el equilibrio entre los derechos del pasajero, la capacidad operativa de las aerolíneas y el impacto medioambiental exigirá un diálogo continuo. Aún en fase de aprobación, esta propuesta marca el inicio de una nueva era en la gestión de equipaje, con potencial para mejorar la experiencia aérea en toda Europa.