La historia y la fe caminan juntas en este territorio. Desde Sárospatak, donde nació Santa Isabel de Árpádház —una de las santas medievales más queridas de Europa y símbolo de la caridad cristiana— hasta Vizsoly, donde en 1590 se completó la primera traducción íntegra de la Biblia al húngaro. Cada rincón guarda una historia que habla de devoción, resistencia y esperanza.
La región está salpicada de rutas temáticas que permiten descubrir este inmenso patrimonio espiritual: el Camino de María, el Camino de Santa Isabel, la Ruta de las Iglesias Medievales y las Huellas de los Rabinos Milagrosos son solo algunas de las propuestas que invitan al visitante a explorar con calma y reverencia los tesoros del alma de Tokaj.
Uno de los lugares más impactantes es Máriapócs, el mayor centro de peregrinación de los católicos bizantinos en Hungría. Allí, una imagen milagrosa de la Virgen María derramó lágrimas, un acontecimiento que trascendió fronteras y cuyo icono original se encuentra actualmente en la Catedral de San Esteban en Viena. Este enclave forma parte del Camino de María, una ruta espiritual que conecta Czestochowa (Polonia) con Csíksomlyó (Rumanía), enlazando lugares sagrados de profunda veneración popular.
En el universo judío, la región también ofrece joyas patrimoniales como la sinagoga de Mád, restaurada con esmero y galardonada en 2005 con el premio Europa Nostra, símbolo del esfuerzo por conservar la memoria de comunidades que florecieron en la zona.
No menos evocadores son los templos calvinistas de la Alta Tisza, como los de Tákos y Csaroda, cuyo estilo sobrio y austero resalta una belleza puritana que conmueve por su sinceridad espiritual y su conexión con la tierra.
Tokaj, además, sigue siendo sinónimo de vino excepcional. Desde que el Papa Pío IV elogiara los caldos de la región durante el Concilio de Trento en 1562 con la célebre frase “¡Al Sumo Pontífice le convienen tales vinos!”, el vínculo entre la fe y el vino no ha hecho más que estrecharse. En 2023, una bodega local produjo un vino especialmente dedicado al Papa Francisco, reafirmando así una tradición de siglos en la que el vino no solo es símbolo de celebración, sino también de espiritualidad y comunión.
Visitar Tokaj es sumergirse en una tierra donde el vino, la fe y la historia se entrelazan en una experiencia única. Es dejarse guiar por las huellas de santos, sabios y peregrinos, y descubrir la belleza que nace del respeto a la diversidad y de la profunda conexión con lo trascendente.
Desde el corazón de esta región, quienes la conocen y la aman —como la guía local Márta Szegedi, orgullosa miembro de la Red Mundial de Turismo Religioso— invitan al viajero a mirar más allá del vino y descubrir en cada pueblo, en cada templo y en cada historia, un rincón del alma húngara que permanece abierto a todos aquellos que buscan algo más que una postal. En Tokaj, el espíritu se cultiva tanto como la vid, y ambos ofrecen frutos memorables para quienes se acercan con curiosidad y corazón abierto.