La apertura de los templos no solo responde a una vocación evangelizadora y de acogida, sino que también se plantea como una acción estratégica de dinamización territorial. En los meses de verano, muchas localidades experimentan un notable incremento poblacional debido al regreso de familias emigradas, la celebración de fiestas patronales o la atracción de turistas que buscan una experiencia más cercana y auténtica que la que ofrecen los circuitos turísticos tradicionales. En este contexto, las iglesias rurales y parroquiales se convierten en espacios de encuentro, memoria y comunidad.
Para garantizar la adecuada conservación del patrimonio y el respeto a la vida litúrgica, la Archidiócesis de Valladolid ha coordinado esta apertura con la colaboración activa de párrocos, voluntarios y laicos comprometidos que estarán presentes en cada uno de los templos habilitados, velando por el correcto desarrollo de las visitas y la convivencia armónica con los actos religiosos.
El horario general establecido será de martes a domingo, de 11:00 a 13:30 y de 17:00 a 20:00, aunque en el caso de nueve templos concretos la apertura se limitará a los viernes, sábados y domingos. Entre ellos se encuentran joyas arquitectónicas y devocionales como la Iglesia de Nuestra Señora de las Nieves en Bocos de Duero, la Iglesia de Santa María la Mayor en Corcos del Valle o la Ermita de Nuestra Señora de Tiedra Vieja, entre otras.
El listado completo incluye algunos de los templos más emblemáticos de la provincia, como la Colegiata de San Antolín en Medina del Campo, la Iglesia de Santa María en Medina de Rioseco, la de Santiago Apóstol en Cigales o la singular Iglesia de la Santa María de la O en Wamba, conocida por ser uno de los pocos ejemplos de arquitectura mozárabe en pie en la península ibérica. Estas joyas, a menudo desconocidas por el gran público, constituyen un auténtico tesoro histórico, artístico y espiritual que ahora podrá disfrutarse en su máximo esplendor.
La Delegación de Patrimonio del Arzobispado destaca que esta acción no persigue únicamente el incremento del número de visitantes, sino que busca una aproximación más reflexiva y respetuosa al patrimonio eclesiástico. “Se trata de favorecer un turismo que no solo contemple, sino que escuche y dialogue con los signos de la fe, que entienda el templo como algo vivo y no como una simple reliquia del pasado”, señalan desde la Archidiócesis.
Con esta apertura estival, Valladolid se posiciona una vez más como uno de los destinos clave del turismo cultural y religioso de Castilla y León, ofreciendo una experiencia única que une historia, arte, espiritualidad y comunidad. La belleza de sus templos, sumada al calor humano de sus pueblos y a la hospitalidad de la Iglesia local, promete enriquecer el verano de quienes se acerquen a descubrir o redescubrir este legado compartido.