El sargazo, un tipo de alga marrón que flota libremente en grandes masas en el océano, ha sido observado en cantidades inusuales por capitanes de barco, guías turísticos y personal de marinas. Su acumulación provoca la descomposición de materia orgánica al llegar a tierra, lo que genera malos olores y altera la experiencia del visitante. Además, en grandes concentraciones, el sargazo puede enredarse en los motores de las embarcaciones, dañar los sistemas de propulsión y dificultar la visibilidad y seguridad de los bañistas y buceadores.
Operadores turísticos han señalado que esta temporada ha sido especialmente complicada, con reportes de excursiones interrumpidas e incluso anuladas por la presencia excesiva de sargazo en rutas normalmente transitadas. Zonas como Fajardo, Vieques, Culebra y partes del suroeste de la isla, conocidas por sus aguas cristalinas y rica vida marina, se han visto particularmente afectadas. La acumulación del alga en estas áreas no solo perjudica a los operadores que ofrecen experiencias en el mar, sino que también impacta negativamente en la percepción del destino, sobre todo entre turistas internacionales que acuden en busca de paisajes paradisíacos y actividades recreativas al aire libre.
Frente a esta realidad, las autoridades locales han iniciado labores de monitoreo y limpieza, en coordinación con agencias ambientales y expertos marinos, para mitigar el impacto del sargazo. Sin embargo, muchos reconocen que se trata de un fenómeno que trasciende el control local y que forma parte de una tendencia más amplia observada en toda la región del Caribe. Científicos apuntan al cambio climático, al aumento de nutrientes en el océano y a las alteraciones en las corrientes marinas como factores que están alimentando el crecimiento desmesurado de estas masas de sargazo.
Además del impacto ecológico y visual, existe preocupación por los efectos sobre la fauna marina, que se ve desplazada o afectada por la reducción del oxígeno en el agua y la alteración del hábitat natural. A su vez, los prestadores de servicios turísticos enfrentan la incertidumbre de no saber con precisión cuándo cesará la llegada de nuevas olas de sargazo ni cómo garantizar experiencias satisfactorias para los visitantes en estas condiciones.
La situación en Puerto Rico refleja una problemática cada vez más común en el Caribe y pone en evidencia la necesidad de estrategias regionales coordinadas para hacer frente al desafío del sargazo. Mientras tanto, empresas del sector y entidades gubernamentales exploran alternativas como la diversificación de actividades, la promoción de experiencias en áreas no afectadas y el desarrollo de sistemas de alerta temprana para minimizar las cancelaciones y pérdidas económicas. Puerto Rico se mantiene firme en su compromiso con la sostenibilidad turística, pero el reto del sargazo exige soluciones a largo plazo que integren ciencia, política y colaboración internacional.