El aumento sostenido en el número de visitantes ha generado preocupaciones sobre la capacidad de la infraestructura turística y la calidad de vida de los residentes locales. Ciudades emblemáticas como Kioto han experimentado una congestión notable en áreas turísticas y sistemas de transporte público, afectando tanto a residentes como a visitantes. Para abordar estos desafíos, el gobierno está considerando elevar el impuesto de salida a 3.000 o incluso 5.000 yenes por persona. Este incremento alinearía a Japón con otros países que aplican impuestos de salida más elevados, como Egipto (aproximadamente 3.750 yenes) y Australia (alrededor de 7.000 yenes).
Los ingresos adicionales generados por este aumento se destinarían a ampliar las instalaciones de transporte y mejorar la infraestructura aeroportuaria, con el objetivo de gestionar de manera más eficiente el flujo turístico y reducir el impacto negativo en las comunidades locales. Estas medidas buscan equilibrar la promoción del turismo internacional con la necesidad de preservar la calidad de vida de los residentes y la integridad de los destinos turísticos.
Además del impuesto de salida, algunas localidades están implementando medidas fiscales adicionales para abordar el sobreturismo. La ciudad de Kioto, por ejemplo, planea incrementar el impuesto de alojamiento hotelero. Actualmente, este impuesto oscila entre 200 y 1.000 yenes por noche, dependiendo del costo del alojamiento. La propuesta busca aumentar este gravamen hasta 10.000 yenes por noche para estancias que superen los 100.000 yenes, con el objetivo de financiar iniciativas que mitiguen la congestión turística y preserven el patrimonio cultural de la ciudad.
Otras regiones también están adoptando medidas similares. La ciudad termal de Higashi-Izu, conocida por sus onsen, incrementará su impuesto de baño de 150 a 300 yenes por persona y día a partir de marzo de 2025. Esta medida busca generar ingresos adicionales para el mantenimiento de las instalaciones y la gestión sostenible del turismo en la región.
El gobierno japonés se ha fijado la meta de atraer a 60 millones de turistas internacionales para el año 2030. Sin embargo, este ambicioso objetivo requiere una planificación cuidadosa y la implementación de políticas que aseguren un equilibrio entre el crecimiento turístico y la sostenibilidad. Las medidas fiscales propuestas reflejan un enfoque proactivo para abordar los desafíos del sobreturismo, garantizando que el sector turístico continúe siendo una fuente de prosperidad económica sin comprometer la calidad de vida de los residentes ni la integridad de los destinos turísticos.
Japón está adoptando una serie de medidas fiscales y estratégicas para enfrentar los desafíos asociados al sobreturismo. El incremento del Impuesto Turístico Internacional y de otros gravámenes locales refleja el compromiso del país con la promoción de un turismo sostenible y la preservación de su patrimonio cultural y natural. Estas iniciativas buscan garantizar que tanto los visitantes como los residentes puedan disfrutar de manera equilibrada y respetuosa de las riquezas que Japón tiene para ofrecer.