El cortejo, que comenzó a las 14:30 horas en la romana Piazza Celimontana, recorrió 3,75 kilómetros de las calles más emblemáticas de Roma, incluyendo la Via Claudia, el Coliseo, la Via di San Gregorio y el Circo Máximo, concluyendo pasada la noche entre oraciones, saetas, música sacra y momentos de gran emoción.
Uno de los aspectos más destacados fue la participación de cofradías españolas, con especial protagonismo de dos imágenes invitadas a presidir la procesión por su profunda carga simbólica y artística: el Santísimo Cristo de la Expiración, conocido como ‘El Cachorro’, de la Hermandad del Patrocinio de Sevilla, y María Santísima de la Esperanza, de la Archicofradía de la Esperanza de Málaga. Ambas imágenes habían sido previamente expuestas al culto en la Basílica de San Pedro desde el 14 hasta el 16 de mayo, donde miles de peregrinos tuvieron la oportunidad de rendirles homenaje.
No obstante, el evento tuvo un carácter plenamente colectivo. Las cofradías italianas, con siglos de historia a sus espaldas, mostraron su profunda vinculación con el tejido eclesial y social de numerosas regiones del país. Desde Roma, Nápoles, Sicilia, Toscana y Cerdeña, sus representantes participaron activamente portando reliquias, velas, imágenes y cruces procesionales, entre aplausos de los presentes y cantos tradicionales.
También tuvieron una destacada presencia las hermandades latinoamericanas, con delegaciones llegadas desde México, Colombia, Perú, Ecuador, Brasil y Argentina, que desfilaron con trajes típicos y símbolos regionales. Algunas llevaron réplicas de sus imágenes titulares o realizaron interpretaciones musicales representativas de su patrimonio devocional.
Francia y Portugal, dos países con fuertes vínculos cofrades, también se sumaron con entusiasmo. Cofradías del sur de Francia, especialmente de Marsella y Toulouse, desfilaron junto a agrupaciones portuguesas de Braga, Oporto y Lisboa, evidenciando la vitalidad de estas manifestaciones en la Europa occidental.
La comitiva internacional fue seguida por la llamada Gran Procesión, encabezada por las imágenes andaluzas (España). A lo largo del recorrido, miles de personas aclamaron el paso de los tronos, entonando oraciones, saetas y vítores. La cantante malagueña Diana Navarro interpretó una saeta frente al Coliseo al paso de ‘El Cachorro’, generando uno de los momentos más emocionantes de la jornada. Por su parte, la Esperanza de Málaga fue recibida con fervorosos "¡Guapa!" y "¡Viva la Reina de Málaga!" al paso por las ruinas imperiales.
La organización contó con la implicación de voluntarios de distintos países, equipos litúrgicos, bandas musicales y servicios de seguridad civil y eclesiástica, garantizando un desarrollo solemne y ordenado del evento.
Entre las autoridades presentes destacaron el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, la vicepresidenta primera del Gobierno de España, María Jesús Montero, y representantes de diversos episcopados y archicofradías internacionales.
El arzobispo Rino Fisichella, pro-prefecto del Dicasterio para la Evangelización y coordinador del Jubileo 2025, subrayó en sus palabras previas que “las cofradías representan la Iglesia que camina junto al pueblo, que consuela, que custodia la tradición y que transforma el arte en oración”. Añadió también que este Jubileo de las Cofradías es una oportunidad para “revalorizar la dimensión evangelizadora del patrimonio popular cristiano”.
Al concluir la procesión, los participantes se unieron en una oración final conjunta, en la que se agradeció el don de la fe y se invocó la esperanza para todos los pueblos del mundo. El ambiente fue festivo, pero profundamente recogido, con momentos de silencio, emoción compartida y lágrimas contenidas.
La Gran Procesión del Jubileo de las Cofradías pasará a la historia como uno de los actos más multitudinarios y simbólicos del Jubileo 2025. Un espacio de encuentro entre culturas, lenguas y formas de expresión religiosa, que reafirma el papel de las cofradías como puentes vivos entre la tradición y la actualidad, entre la fe popular y la comunión eclesial universal.