En Malasia, aunque aún no se ha declarado formalmente la existencia de turismo masivo, zonas como la isla de Semporna en Sabah muestran señales evidentes de presión: los ecosistemas marinos e insulares empiezan a verse afectados y las comunidades locales expresan inquietud por el impacto en su cultura y entorno. El Gobierno malasio trabaja para desarrollar prácticas más responsables en turismo, aunque persiste la incertidumbre sobre si estas medidas llegarán a tiempo para evitar efectos negativos de largo plazo.
Japón, por su parte, afronta una transición en su modelo turístico. Tras recibir casi 37 millones de visitantes extranjeros en 2024, con un gasto superior a los 8.1 billones de yenes, las ciudades como Tokio y Kioto han visto cómo su infraestructura local se veía desbordada. En 2025, el estado japonés ha incorporado en sus «Políticas Básicas para la Gestión y Reforma Económica y Fiscal 2025» iniciativas que buscan distribuir mejor el flujo de visitantes, potenciar regiones menos turísticas y reforzar la calidad antes que la cantidad. El reto está en preservar el rico patrimonio cultural mientras se sigue generando valor turístico.
En Indonesia, el caso paradigmático es la isla de Bali, donde la acelerada llegada de turistas ha llevado al Gobierno a imponer una moratoria en la construcción de nuevos hoteles, villas y clubes nocturnos en zonas saturadas. Esta medida forma parte de una estrategia mayor de transición hacia un turismo más creativo y equilibrado, que genere beneficios sin sobrecargar las comunidades locales y los recursos naturales.
Finalmente, India, con su riqueza de paisajes, historia y cultura, figura como uno de los mercados turísticos de más rápido crecimiento. No obstante, según las fuentes, el país todavía no ha adoptado un marco integral para gestionar el volumen creciente de visitantes en aquellos destinos más vulnerables como Agra, la región de Rajastán o Kerala. Si bien se ha avanzado en infraestructura y simplificación de visados, la falta de límites definidos al flujo turístico y de políticas estructuradas de gestión siguen siendo un desafío.
En conjunto, estos ejemplos ilustran cómo el fenómeno del sobre-turismo es uno de los principales retos del sector en Asia. Los expertos coinciden en señalar que la solución no reside únicamente en cerrar destinos o reducir aforos, sino en adoptar un enfoque holístico que atienda simultáneamente a los intereses de los visitantes, las comunidades locales y el medioambiente.
En los próximos años, será clave que estos países amplíen sus esfuerzos hacia el turismo responsable, la mejora de infraestructura en regiones menos visitadas y la transición hacia modelos que primen calidad y sostenibilidad por encima de crecimiento desmedido.
La lucha por equilibrar crecimiento y sostenibilidad marca un punto de inflexión en la industria turística asiática. El éxito futuro de estos destinos dependerá no solo de cuántos visitantes reciban, sino de cómo gestionen ese crecimiento para garantizar que el turismo siga siendo una fuerza de prosperidad, preserve el patrimonio y respete el entorno que lo hace único.