Aquel testimonio espontáneo de un participante —“No sabía que podía venir así, sin más”— quedó grabado en muchos como una síntesis perfecta del espíritu que se buscaba fomentar. Porque La Noche de los Templos no es únicamente un recorrido: es la posibilidad de encontrarse con lo desconocido, de derribar prejuicios y de descubrir que la diversidad religiosa de la ciudad es, en realidad, un puente más que un límite.
Para quienes prefieren sumergirse en la propuesta con cierta organización, habrá cinco circuitos guiados que comenzarán puntualmente a las 20.30 y 21, según el recorrido. Belgrano, Palermo, San Cristóbal, Plaza de Mayo y avenida Corrientes serán los puntos de partida de estos itinerarios que permiten transitar la ciudad como si se tratara de un gran mosaico espiritual. Cada circuito ofrece una experiencia distinta: de un templo centenario cuya arquitectura impone silencio reverencial, a una comunidad más íntima que recibe con platos preparados especialmente para la ocasión. Ese contraste —entre lo solemne y lo cotidiano, entre lo monumental y lo doméstico— es parte del encanto que caracteriza la noche.
La agenda cultural que acompaña el evento es tan amplia como diversa. En distintos templos habrá música en vivo, desde coros que llenan el espacio con armonías cálidas hasta ensambles tradicionales que acercan sonoridades poco habituales en el paisaje urbano. También se ofrecerán meditaciones, momentos de reflexión y espacios pensados para frenar, respirar y reconectar con algo más profundo que la vorágine diaria. Las exposiciones de arte prometen sorprender: algunas muestran piezas históricas que dan cuenta del recorrido de cada comunidad; otras, obras contemporáneas que dialogan con nuevas formas de espiritualidad. Y, por supuesto, no faltará la gastronomía típica de diferentes culturas, quizás uno de los puntos más celebrados por quienes vuelven año tras año y siempre encuentran un nuevo sabor para descubrir.
Cada templo tiene una identidad propia, y eso se nota apenas uno cruza la puerta. Un vitral que irradia colores sorprendentes, un techo que invita a levantar la vista, una historia que un guía narra con orgullo y conocimiento, o un detalle arquitectónico que pasa inadvertido hasta que alguien lo señala: la experiencia varía en cada visita, y esa variedad es precisamente lo que vuelve inolvidable el recorrido. El Gobierno porteño elaboró una guía de recomendados para los visitantes que prefieran organizar la noche por intereses: historia, gastronomía, arquitectura o, simplemente, la oportunidad de conocer comunidades específicas. Aun así, muchos sostienen que parte de la magia radica en caminar sin rumbo fijo y dejarse llevar por la intuición, entrando a los templos que llaman la atención desde la vereda.
En cuanto a la movilidad, el evento cuenta con facilidades que buscan fomentar la participación. Ecobici ofrecerá pase libre para quienes quieran desplazarse de un punto a otro sin complicaciones, mientras que los medios de transporte habituales funcionarán con normalidad, algo fundamental para quienes planean recorrer varios barrios en una sola noche. Esta accesibilidad contribuye a que la experiencia sea abierta, inclusiva y cómoda para todos los públicos.
Con el paso de los años, La Noche de los Templos se consolidó como un encuentro que trasciende cualquier etiqueta religiosa. Más que una actividad turística o cultural, se convirtió en una invitación a mirar la ciudad con otros ojos: a descubrir que detrás de cada fachada hay historias de comunidad, dedicación y fe; a reconocer que la convivencia entre diferencias es posible y, además, profundamente enriquecedora. En una época marcada por la prisa y la fragmentación, esta noche se presenta como un paréntesis luminoso, un momento para abrir puertas —literal y simbólicamente— y dejarse sorprender por la diversidad que late en Buenos Aires.
Fuente: Bernardo Sabisky. https://viajesfotosycomidas.com