El estudio revela que los viajeros británicos están dispuestos a gastar un promedio de aproximadamente 4.612 dólares por persona en sus vacaciones ideales, incluyendo vuelos, alojamiento, comidas y actividades. Pero aún más revelador es que el 49 % de los encuestados admitió estar dispuesto a exceder su presupuesto para lograr esa escapada perfecta, mientras que un 64 % deseaba conseguir mejores vuelos y alojamientos para enriquecer su experiencia. Estas cifras reflejan un cambio de paradigma: se busca más que un destino, se busca una vivencia distintiva, un lujo con propósito, una historia que contar.
Dentro del desglose generacional, los llamados Baby Boomers mantienen los presupuestos más elevados, con un gasto medio estimado de 5.563 dólares por persona. En cambio, la Generación X presenta cifras menores (alrededor de 3.919 dólares), y resulta destacable que la Generación Z es la que con más frecuencia declara que “romperá” su presupuesto para alcanzar sus expectativas vacacionales, con un 57 % de los encuestados en este grupo afirmando que se excederían para lograr el viaje deseado.
Más allá de los números, lo que subyace es una tendencia firme hacia un “lujo con propósito”: los viajeros ya no se conforman solo con visitar destinos icónicos, sino que buscan profundidad, conexión emocional, experiencias memorables y significativas que trasciendan la simple fotografía turística. Esta inclinación encaja a la perfección con el perfil de destinos como Dubái, Nueva York o Kioto, que ofrecen mucho más que paisaje: ofrecen historias, contrastes, mezclas culturales y una oferta de ocio de alto nivel.
Por supuesto, estos destinos no son meros escenarios; también representan el cambio de mentalidad del viajero británico que quiere “permitirse un capricho” en su escapada vital. Viajes que hace unos años podrían haberse considerado “excepcionales” ahora se están volviendo más comunes, porque los viajeros están dispuestos a invertir en aquello que realmente valoran. En este sentido, destinos como Nueva York ofrecen una combinación de arquitectura, arte, música, gastronomía, compras y vida urbana vibrante; Kioto ofrece templos milenarios, jardines zen, tradiciones evocadoras; y Dubái ofrece lujo sofisticado, playas, desierto, experiencias high-end y diversión.
Para los profesionales del turismo, estos datos tienen implicaciones claras: la oferta debe adaptarse a un perfil de viajero que busca más que alojamiento y vuelo. Requiere experiencias diferenciales, alojamientos boutique o de lujo, actividades exclusivas, servicios personalizados y también una narrativa que responda a esa ansia de singularidad. Los destinos que lo entiendan tienen la oportunidad de capitalizar esta disposición a gastar más y convertirla en crecimiento sostenible.
El estudio pone de relieve que los viajeros británicos ya no solo “quieren ir de vacaciones”, sino que quieren “vivir una experiencia”, y que están dispuestos para ello a ampliar su presupuesto y optar por destinos que hasta ahora se consideraban aspiracionales. Nueva York, Dubái y Kioto emergen como líderes en esta categoría de escapadas de ensueño, y señalan la dirección hacia donde se dirige el turismo de alto valor: un turismo que mezcla calidad, autenticidad, emoción y exclusividad.