La propuesta central es clara: mediante la digitalización de los permisos de entrada, la incorporación de biometría, la automatización de procesos y la colaboración internacional en políticas de viaje, los países pueden desbloquear valor añadido para su economía del turismo. Entre las recomendaciones figuran seis principios clave: integrar la perspectiva del turismo en las estrategias nacionales de fronteras, digitalizar completamente los permisos de viaje, mejorar la cooperación internacional y comunicación con los viajeros; y en cuanto a tecnologías digitales: pre-evaluar al máximo el riesgo de los viajeros antes de su llegada, adoptar identidades digitales verificables y construir relaciones directas con los viajeros a través de plataformas digitales.
Ya en regiones como el Caribe y las Américas se observa que la eficiencia en los cruces fronterizos tiene un impacto directo en el impulso a la industria de los viajes, especialmente para destinos dependientes del turismo de corta estancia o crucerista. En estos casos, cada minuto que el viajero pasa fuera del proceso de control es un minuto que puede invertir en la economía local. Un destino que reduce esperas en aeropuerto, aduanas y migración suma automáticamente más horas del día para que el turista gaste, explore y, por tanto, contribuya a los ingresos del país anfitrión.
Asimismo, la dinámica global muestra que las líneas de crucero ya están redirigiendo itinerarios hacia puertos que cuentan con sistemas de entrada más ágiles, lo que reafirma la tesis de que la eficiencia en frontera se ha convertido en una ventaja competitiva clara. Para pasteleros del sector turístico —ya sean aerolíneas, agencias de viajes o destinos turísticos— invertir en tecnologías de frontera no es sólo optimizar operaciones, es asegurar una posición más favorable en un mercado cada vez más exigente.
Es importante subrayar que la apuesta por fronteras inteligentes no significa renunciar a la seguridad. De hecho, la digitalización avanzada permite reforzar los controles, al tiempo que mejora la experiencia del viajero, reduciendo el tiempo de espera y las molestias. El informe enfatiza que los controles modernos pueden ser simultáneamente más seguros, más rápidos y más amigables para el usuario.
Para los responsables de políticas turísticas, de transporte, migración y seguridad, el informe se convierte en una hoja de ruta clara: transformar los puntos de cruce en verdaderos “gateways” que proyectan la identidad, cultura y valores de un país además de su postura económica. En ese sentido, las fronteras se conciben como parte del branding de un destino, una puerta de entrada que puede marcar la diferencia entre un buen primer impuesto de visita y una experiencia frustrante que aleja al turista.
El mensaje del WTTC es contundente: en la era post-pandemia, con viajeros más exigentes que buscan rapidez, seguridad, experiencias memorables y menor fricción, los países que no inviertan en fronteras modernas pueden quedarse atrás. Por el contrario, aquellos que apuesten por la innovación en cruces, visados y datos de viaje pueden beneficiarse de un dividendo económico significativo y contribuir a crear empleos de calidad. La cifra de US$401 mil millones y los 14 millones de puestos de trabajo proyectados no son una simple estimación técnica, sino un llamado de atención: la frontera del turismo del futuro tiene que ser tan fluida como la tecnología que la habilita.