Ese perfil de “viajero digital” exige que Google no solo devuelva listados de opciones, sino que actúe como un motor de descubrimiento inteligente. Para ello, la empresa impulsa herramientas de IA capaces de descomponer la consulta del usuario en múltiples sub-preguntas, analizar contenido generado por creadores (como vídeos y reseñas en plataformas como YouTube) y ofrecer un panorama más rico y personalizado. Braverman señala que “este modo de búsqueda más largo nos permite mapear mejor la intención del viajero y entregar resultados más relevantes que antes”.
Esto implica varias implicaciones estratégicas para la industria del turismo: los destinos, los operadores turísticos y las plataformas de reserva deben adaptarse a una realidad en la que el usuario ya no realiza búsquedas tipo “hotel en Madrid” o “vuelo a Barcelona” sino preguntas altas en valor añadido que integran gustos personales, segmentos específicos y niveles de servicio que van más allá del simple precio o ubicación. Google, de hecho, prevé que esta tendencia se acentúe a medida que la IA y los creadores de contenido cobren mayor peso en la “fase de descubrimiento” del viaje.
Para los profesionales del sector, el mensaje es claro: la visibilidad online ya no depende únicamente de aparecer en primer lugar para términos amplios; se trata de posicionarse para consultas más complejas y contextuales. Las estrategias deben contemplar contenido enriquecido, vídeos, reseñas de experiencias específicas, y un marketing digital que hable a esa “intención de viaje” más detallada. Los creadores de contenido se convierten en aliados clave, pues ayudan a mapear ese recorrido del usuario desde la idea hasta la reserva, y sus aportaciones alimentan los algoritmos de descubrimiento de Google.
Otro efecto relevante es en la estructuración de datos y en la integración tecnológica. A medida que Google agrega capas de IA para desentrañar consultas largas, los destinos y empresas turísticas que presenten información bien estructurada —por ejemplo, actividades temáticas, segmentación por perfil de viajero, valoraciones, tipologías de estancia— se beneficiarán de una mayor exposición. En este sentido, la calidad de los metadatos, la optimización para búsquedas de “cola larga” (long-tail) y el uso de contenidos multimedia (vídeo, tours virtuales, testimonios) son variables que podrán marcar la diferencia.
El usuario final también gana: la experiencia de buscar un viaje se vuelve más rica, fluida e inspiradora. Ya no se trata solo de encontrar un vuelo barato o un hotel barato, sino de explorar opciones que combinen coherencia con el estilo de vida, personalización y descubrimiento. En palabras de Braverman, estamos ante un “ecosistema que entiende mejor lo que el viajero realmente quiere, y responde con propuestas más adaptadas y atractivas”.
De cara al futuro, la industria tendrá que evaluar cómo responder a estas consultas más exigentes. Las plataformas de reservas deberán facilitar filtros más granulares, los destinos tendrán que mostrar experiencias más diferenciadas y los viajeros demandarán información más transparente, auténtica y útil. Al mismo tiempo, las empresas que no se adapten al nuevo paradigma de búsqueda podrían perder visibilidad frente a quienes ya han adoptado un enfoque de “descubrimiento inteligente”.
El cambio anunciado por Google subraya una transformación urgente para el turismo digital: los viajeros actúan hoy de forma más intencionada, y Google se posiciona para servirles con una búsqueda más larga, específica e inteligente. Para el sector turístico significa una ventana de oportunidad para reinventar cómo se cuentan los destinos, cómo se comunicaban las experiencias y cómo se construye la presencia digital en esta nueva era de descubrimiento.