Desde su creación en 2012, Cacaosuyo se marcó el reto de “revelar los tesoros ocultos del cacao peruano”. Su estrategia se basa en la calidad, la trazabilidad y el respeto por las variedades nativas del país. Estos esfuerzos ya habían sido reconocidos en ediciones anteriores de los International Chocolate Awards, con medallas de oro obtenidas gracias a cacaos de Amazonas (“Lakuna”, 2019), Cuzco (“Cuzco 80”, 2020/2021) y Piura (“Piura Select”, 2022). Con este nuevo galardón, Junín se suma a ese selecto catálogo como nuevo epicentro de excelencia chocolatera.
La trascendencia del premio va más allá de la marca. Perú consolida así su posición como potencia cacaotera mundial, pasando de ser un proveedor de cacao en bruto a ubicarse como creador de barras de chocolate de autor que compiten con los mejores del orbe. Las exportaciones, los reconocimientos internacionales y la consolidación de nichos gourmet y premium fortalecen toda la cadena de valor del cacao, desde pequeños productores hasta chocolaterías emergentes. Según el artículo, las barras peruanas ya seducen a consumidores en mercados como China, Japón, Estados Unidos, Reino Unido, Países Bajos, Alemania, Francia e Italia, lo cual evidencia el alcance global del producto.
Pero el reconocimiento no se queda en la barra ganadora. También este año el chef y chocolatero peruano Frank Olivares destacó en el mundo del arte del chocolate: en el certamen Salon du Chocolat de París ganó el primer lugar en la categoría de esculturas de chocolate, presentando una pieza de 35 kg elaborada con cacao amazónico que rinde homenaje al grano peruano y a la labor de los productores de la selva. Su obra, titulada “Monumento al Theobroma cacao por el chocolatier”, simbolizó la conexión entre cultura, biodiversidad y creatividad peruana en este universo dulce.
Este logro tiene múltiples implicaciones: primero, muestra que la inversión en valor agregado —desde la selección de cacao fino hasta el diseño del empaque y la estrategia de marca— rinde frutos. Segundo, sitúa al cacao peruano como activo de desarrollo rural, generación de empleo y preservación de variedades autóctonas. Y tercero, proyecta que la sostenibilidad, el comercio justo y la innovación sensorial pueden convertirse en motores de competitividad para países no tradicionalmente asociados con la chocolatería premium.
Desde la región de Junín hasta Lima, la noticia ha sido celebrada como un hito. Las familias que cultivan el cacao se sienten reconocidas, la industria local gana visibilidad y el turismo gastronómico especializado encuentra un nuevo argumento para atraer visitantes. Además, la repercusión mediática internacional contribuye a avivar el interés por conocer el origen del producto: el paisaje, las comunidades, el clima y la biodiversidad que hacen posible una barra que hoy es considerada la mejor del mundo.
Para Cacaosuyo, el reto ahora es mantener el impulso: consolidar su presencia en nuevos mercados, ampliar la gama de productos, seguir desarrollando proyectos de empoderamiento rural y compartir conocimiento con otros sectores del cacao peruano. Como declaró su fundador, “cada premio no es solo un reconocimiento a nuestro trabajo, sino un homenaje al cacao peruano y a las familias que lo cultivan con pasión”.
El oro obtenido en los International Chocolate Awards se convierte en símbolo de una transformación: Perú ya no solo cosecha cacao, sino que produce chocolate de clase mundial, con identidad, origen y sabor únicos. Ese posicionamiento abre nuevas puertas para la industria agroalimentaria, el comercio exterior, la gastronomía de lujo y el reconocimiento internacional de uno de sus productos más emblemáticos.