Santa Isabel de Hungría: una historia universal nacida en Tokaj

18-11-25

Santa Isabel de Hungría —conocida también como Isabel de Turingia o Isabel de la Casa de Árpád— es una de las figuras espirituales más queridas desde la Edad Media hasta hoy. Este año se cumplen 790 años de su canonización, una efeméride que brinda la oportunidad de recordar que su vida comenzó en un paraje singular: la región vinícola de Tokaj-Hegyalja, en el noreste de Hungría, hoy declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Desde este territorio, célebre por sus vinos y su belleza natural, surgió una mujer cuya caridad transformó a Europa y cuyo legado continúa vivo en la cultura, la devoción y el turismo espiritual.

Nacida en Sárospatak el 7 de julio de 1207, Isabel era hija del rey Andrés II de Hungría y de Gertrudis de Merania. Su infancia se vio marcada por las costumbres de la nobleza europea de la época: con solo cuatro años fue prometida en matrimonio a Hermann, heredero del condado de Turingia. Abandonó Hungría desde Bratislava y llegó al castillo de Wartburg, donde se esperaba que creciera integrada en la vida cortesana alemana. Sin embargo, quienes la recibieron descubrieron pronto que la joven princesa tenía un carácter poco común: espontánea, apasionada y ajena a las formalidades aristocráticas, prefería montar a caballo antes que asistir a bailes y trataba a los más humildes como iguales.