Uno de los elementos más destacables es que la repercusión del evento trasciende lo puramente gastronómico para incluir impactos concretos en el tejido productivo: ocupación hotelera que aumentó alrededor de un 8 % respecto a ediciones previas, miles de empleos temporales para servicio, logística, transporte y hospedaje, y una cadena de valor que integra a las comunidades locales, artesanos, productores de cacao y empresarios del turismo. Asimismo, el festival brindó un espacio de encuentro entre productores nacionales e internacionales, gracias a la participación de países del Mundo Maya y de España, lo que permitió abrir nuevos canales de comercialización, cooperación técnica y visibilidad para los granos de cacao tabasqueño.
El evento reunió más de 550 expositores y organizó 21 reuniones empresariales, 11 sesiones técnicas y académicas encaminadas a impulsar la innovación en el cultivo, procesamiento y comercialización del cacao y sus derivados.
Estas actividades complementaron la experiencia del visitante, que no sólo vino a degustar chocolate, sino a conocer su historia, su cadena de valor, su vínculo con la cultura local y su potencial exportador. La estrategia ha sido clara: convertir el festival en un motor de desarrollo que englobe a la producción agropecuaria, la industria alimentaria, el turismo experiencial y la identidad cultural.
En el plano turístico, los datos de alcance digital también son significativos: el festival generó millones de interacciones en redes sociales, miles de piezas de contenido compartidas, y elevó considerablemente la visibilidad de Tabasco como destino. Con ello, se fortalece la estrategia de posicionamiento más allá de la región, apuntando a viajeros internacionales interesados en experiencias de auténtica inmersión cultural y gastronómica.
El impacto económico también es digno de análisis: los más de 235 millones de pesos de derrama económica implican que la visita de cientos de miles de personas se tradujo en consumo directo, contratación de servicios y, lo más importante, en un empuje real para los productores de cacao y los emprendimientos locales vinculados al evento. Las autoridades estatales han señalado que con estos resultados Tabasco refuerza su aspiración de consolidarse como “la capital mundial del cacao”.
Sin embargo, este éxito conlleva también una serie de retos que no pueden soslayarse. La gestión del volumen de visitantes requiere infraestructura, servicios adecuados y planificación turística que preserve tanto la calidad de la experiencia como la sostenibilidad del entorno. Es necesario que la popularización del evento conviva con la protección del patrimonio cultural y natural, que la cadena de valor se mantenga inclusiva para los productores más pequeños y que el beneficio económico se distribuya de forma equitativa. Además, se abre la oportunidad de diversificar la oferta más allá del festival central, fomentando rutas de cacao, recorridos productivos y turismo rural complementario para prolongar la estancia de los visitantes.
El Festival del Chocolate 2025 traza un camino inspirador para el sector turístico y agrícola de la región. Cada barra de chocolate, cada degustación, cada charla técnica y cada sonrisa del visitante conforman un mosaico que mezcla tradición, economía, cultura y experiencia. Lo que en un inicio fue una feria sectorial hoy deviene en un evento estratégico para el desarrollo, en el que Tabasco está llamado a jugar un papel protagonista en el mapa nacional e internacional del turismo, la gastronomía y la producción de cacao.