El ministro de Turismo, Mehmet Nuri Ersoy, ha destacado que esta transformación implica atraer “viajeros de mayor renta” y estadías más largas, apostando por un turismo de calidad más que de cantidad. Esto se refleja en la intensa campaña de diversificación de mercados: para 2025, Turquía ha puesto su mira en visitantes procedentes del Reino Unido, Irlanda, Europa del Este y Latinoamérica, complementando así los mercados tradicionales.
El país tampoco ha descuidado la infraestructura: nuevo equipamiento aeroportuario, mejoras en la conectividad, restauración de bienes patrimoniales y programas de desarrollo regional forman parte del marco estratégico. Iniciativas como “Heritage for the Future” (“Patrimonio para el Futuro”) refuerzan este enfoque integrado entre turismo, cultura y comunidad.
El posicionamiento hacia experiencias turísticas especializadas —gastronomía, patrimonio, naturaleza, invierno— está funcionando. El gasto medio por visitante registrado se situó alrededor de los 1 017 US$ durante el trimestre citado.
Este dato revela la apuesta por segmentos de mayor valor añadido, lejos del turismo de masas convencional, y pone de manifiesto la capacidad de Turquía para adaptarse a las nuevas demandas del viajero global.
No obstante, los retos también aparecen en el horizonte. Algunos analistas advierten que el aumento de la competencia internacional, sumado a presiones de coste (energía, mano de obra, tipo de cambio) podría mermar los márgenes de crecimiento.
El gran reto para Turquía será convertir este empuje en un crecimiento sostenible para 2026 y más allá, asegurando al mismo tiempo que la calidad del destino, la experiencia del visitante y los impactos ambientales y culturales se gestionen correctamente.
La industria turística turca parece haber encontrado el punto de equilibrio entre volumen y valor, entre tradición y modernidad. Si bien alcanzar los 64 000 millones US$ no es una meta menor, la realidad de los primeros tres trimestres del año muestra que el país está en buen camino. Pero más allá del dato, lo relevante es que Turquía esté redefiniendo su oferta de forma integral y profesional, lo que podría convertirla en un caso de referencia para otros destinos que buscan evolucionar hacia un turismo más inteligente, diverso y sostenible.