África lidera las tasas de crecimiento regional con un pronóstico del 9,4 %, estimándose en aproximadamente 273 millones de pasajeros durante 2025. Le siguen Oriente Medio (+5,9 %) y Asia-Pacífico (+5,6 %), así como Latinoamérica, con una tasa prevista de +4,1 %. En contraste, regiones desarrolladas como Europa, Norteamérica o partes del este asiático enfrentan una senda más desafiante, aquejadas por tensiones geopolíticas, comportamientos demográficos (como el envejecimiento poblacional en algunos países) y condiciones de viaje cada vez más inciertas.
Europa, en particular, proyecta superar los 2.500 millones de pasajeros este año, con un crecimiento estimado en 3,6 %. En este continente el tráfico internacional sería el motor principal del alza, mientras que los vuelos domésticos se quedarán más rezagados ante la competencia de otros medios de transporte —como el ferrocarril— en distancias medias y cortas.
Si bien estos números transmiten optimismo, ACI World advierte que este auge continúa dependiendo fuertemente del contexto macroeconómico, las condiciones de política internacional y la adaptación de aerolíneas e infraestructuras a las nuevas realidades del mercado. Factores como el costo de combustible, las regulaciones de emisiones, los retos de personal, los retrasos en cadenas de suministro y las restricciones de visado o viajes pueden afectar seriamente la trayectoria proyectada.
Para muchas regiones emergentes, sin embargo, este repunte representa una oportunidad histórica de afianzarse en la red aérea mundial. El incremento de aerolíneas de bajo costo, la liberalización de rutas, la mejora en conectividad regional y la modernización de aeropuertos y servicios actúan como catalizadores. Si esos países logran consolidar inversiones, alianzas estratégicas y una experiencia de viaje atractiva y confiable, podrían capturar una porción significativa del crecimiento global del transporte aéreo.
En contraste, los mercados maduros deberán afrontar la paradoja de estar muy conectados pero también más vulnerables a impactos externos. Problemas como saturación aeroportuaria, costes operativos crecientes, competencia intermodal y expectativas de sostenibilidad más exigentes podrían limitar su margen de expansión. Aquellos países que no reaccionen o modernicen sus sistemas podrían ver cómo su protagonismo relativo se erosiona frente a regiones en ascenso.
En última instancia, alcanzar casi 9,8 mil millones de pasajeros en 2025 no será simplemente una victoria cuantitativa, sino una llamada urgente para que aerolíneas, gobiernos, reguladores y sectores del turismo colaboren con visión a largo plazo. Es esencial que se refuercen infraestructuras, se digitalicen procesos, se impulsen políticas que faciliten la movilidad transfronteriza y se armonicen estándares globales de seguridad, emisiones y servicio al pasajero.
El mensaje del informe es claro: la aviación global está en expansión, pero su evolución es frágil. Cualquier viento adverso —desde crisis macroeconómicas hasta interrupciones geopolíticas o ajustes regulatorios— puede alterar la ruta prevista. Lo que ocurra en los próximos meses definirá no sólo si 2025 será un año récord, sino si ese récord puede asentarse como punto de partida para una nueva etapa sostenible y equilibrada del transporte aéreo mundial.