Bajo el lema implícito de “volver a mirarnos a los ojos”, la propuesta china combinó promoción de destinos con un programa cultural que funcionó como imán de tráfico: “China Moments”, una serie de activaciones diarias con patrimonio cultural inmaterial y actuaciones tradicionales, convirtió el stand en punto de encuentro, mientras que el cóctel de networking “Greetings from China” sirvió para alinear expectativas entre compradores y expositores antes de ocho presentaciones temáticas centradas en nuevos recintos, instalaciones de alta gama para congresos y programas de incentivo.
La narrativa oficial reforzó ese enfoque de apertura. “La mayor presencia de este año demuestra la apertura, creatividad y confianza de China en el mercado MICE internacional; buscamos promover el entendimiento mutuo y la cooperación en toda la industria”, afirmó Wu Dawei, director de la Oficina Nacional de Turismo de China en Los Ángeles, subrayando que la ampliación no es coyuntural, sino parte de una estrategia de largo plazo para reposicionar al país en el mapa del turismo de negocios.
La respuesta del mercado norteamericano fue tangible. Maritz Global Events, Century Cruises y otros compradores destacaron el atractivo de experiencias “únicas” que combinan patrimonio, gastronomía, cruceros fluviales y grandes iconos como la Gran Muralla o los Guerreros de Terracota, un interés que se traduce en flujos de pasajeros previstos desde Norteamérica y Europa y en viajes de familiarización recientes para reactivar la venta consultiva.
También los expositores regionales aprovecharon el escaparate: Explore Tibet, con base en Xizang, reportó reuniones con agencias de Singapur y la región china de Taiwán y detectó demanda para productos de naturaleza y cultura que amplían el portafolio más allá de las rutas clásicas, una señal de que la diversificación territorial gana espacio en la hoja de ruta.
La edición 2025 de IMEX America ha funcionado, además, como termómetro del turismo global: los organizadores hablan de cifras récord y de una recuperación transversal, con un incremento de empresas expositoras y compradores registrados frente al año anterior; en ese tablero, la apuesta china aparece como una de las más contundentes por volumen, coordinación interinstitucional y curaduría de contenidos.
Más allá del evento, la estrategia sugiere una lectura de fondo: China quiere ampliar su papel en el diseño del futuro turístico, no solo como gran mercado emisor y receptor, sino como actor que define estándares en infraestructuras para congresos, sostenibilidad operativa, conectividad y propuestas de valor para incentivos. Las muestras culturales integradas en el programa, la articulación de destinos con diferentes niveles de madurez y la selección de recintos premium apuntan a un reposicionamiento que combina identidad y competitividad, con la vista puesta en captar eventos internacionales y en generar estancias de mayor valor añadido.
A corto plazo, el efecto más visible será la reactivación de agendas comerciales entre proveedores chinos y compradores de América y Europa; a medio, la consolidación de rutas, la profesionalización de alianzas y la puesta en marcha de experiencias inmersivas —desde itinerarios culinarios a productos combinados de ocio y negocio— que eleven el gasto por viaje y diversifiquen temporadas. En un año en el que IMEX America vuelve a reunir a la cadena de valor MICE en Las Vegas y fija las fechas del 7 al 9 de octubre de 2025 como hito del calendario global, la presencia de China actúa como recordatorio de que la competencia por atraer congresos, ferias y viajes de incentivo se libra con relato, capacidad de ejecución y una oferta que hable el idioma de la diferenciación.