EE. UU. pierde impulso turístico

EE. UU. pierde impulso turístico

04-10-25

Estados Unidos, tradicional bastión del turismo mundial, afronta este año un fuerte revés: según datos recientes del World Travel & Tourism Council (WTTC), el gasto internacional de los viajeros en EE. UU. podría caer en 2025 unos 12.500 millones de dólares, reduciéndose a menos de 169.000 millones. Aun así, conserva su liderazgo global en la economía del turismo gracias a su mercado interno robusto.

Esta caída representa una pérdida del 7 % del gasto extranjero proyectado para este año, y cristaliza una tendencia donde EE. UU. es el único entre 184 economías analizadas por el WTTC que espera una contracción absoluta del turismo internacional. Las causas tras esta caída son múltiples: desde el fortalecimiento del dólar —que encarece la estadía para visitantes extranjeros— hasta políticas migratorias más rigurosas, mayores restricciones de visado, tensiones geopolíticas y la imagen internacional que proyecta el país.

El panorama se agrava al observar los mercados emisores que han sufrido retrocesos notables: las llegadas procedentes del Reino Unido habrían caído alrededor del 15 %, desde Alemania se registra un descenso cercano al 28 %, mientras que los flujos desde Corea del Sur, España y otras naciones latinoamericanas muestran también retrocesos de dos dígitos. Canadá, histórica fuente de visitantes, también registra una caída de importancia anual.

Pese a este escenario adverso, la economía turística de EE. UU. sigue sustentada por la demanda interna. En 2024 alrededor del 90 % del gasto turístico provino del turismo doméstico, lo que ha amortiguado los efectos negativos del bajón internacional. Además, el país mantiene una posición destacada en términos de infraestructura, conectividad y variedad de oferta turística, atributos que todavía juegan a su favor frente a competidores globales.

Sin embargo, depender excesivamente del mercado interno oculta vulnerabilidades: el crecimiento real del sector turístico —y su aportación al desarrollo regional— descansa en los visitantes internacionales, segmentos con mayor potencial de gasto y expansión. Si esta tendencia de declive persiste, no solo se resentirán destinos y economías locales dependientes de la afluencia global, sino que también podrían verse comprometidos empleos, ingresos fiscales y la capacidad de EE. UU. para proyectarse como destino de elección en el ámbito cultural, audiovisual o de negocios.

El WTTC ha advertido que, sin acciones urgentes para revitalizar la confianza de los viajeros extranjeros —a través de políticas de visado más amigables, mejora en promoción internacional y mensajes claros de bienvenida—, podría tomar años recuperar los niveles de gasto anteriores a la pandemia. Algunos análisis más cautelosos proyectan que ciertas medidas restrictivas emergentes podrían agravar la pérdida, y estiman impactos de hasta 25.000 o 29.000 millones en el mediano plazo si no se corrige el rumbo.

En contraste con la caída estadounidense, otras regiones y países muestran dinámicas positivas o de recuperación. China proyecta un crecimiento del 22,7 % en su mercado turístico, y Europa continúa consolidando su liderazgo con múltiples destinos entre los diez principales del mundo. El informe del WTTC sobre tendencias globales de 2025 incluso señala que la contribución del turismo al PIB mundial podría superar los 2,1 billones de dólares, impulsada por regiones como Asia-Pacífico y Medio Oriente.

Para EE. UU., el desafío es claro: preservar su ventaja competitiva no será suficiente si no logra frenar la erosión de su atractivo para viajeros extranjeros. Recuperar la inversión en promoción internacional, replantear las políticas migratorias y de visado, y proyectar una estrategia de apertura y hospitalidad pueden marcar la diferencia entre recuperar el terreno perdido o ver cómo otros destinos asumen su protagonismo en la escena global del turismo.

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