La guía subraya que los 18 premios otorgados en esta convocatoria abarcan múltiples categorías: desde la primera y clase ejecutiva más destacadas, hasta servicios aeroportuarios de alta gama, restaurantes dentro del aeropuerto y salas VIP que marcan diferencia. El criterio de evaluación trasciende la mera popularidad: se basa en una revisión exhaustiva de la experiencia del pasajero, enfocada en la sustancia más que en la propaganda, tal como apuntó el periodista de viajes Peter Greenberg: “Los viajeros de hoy se ven inundados con demasiado marketing ingenioso… Los Premios ofrecen un punto de referencia confiable”.
El galardón para Emirates responde a su constante refinamiento de cada aspecto del viaje: zonas de facturación equiparables a salas VIP, un personal de tierra y de cabina capacitado incluso para pasajeros con autismo —una innovación reseñable— y un enfoque minucioso en la atención al detalle. Delta Air Lines, por su parte, se destacó por acumular cinco premios individuales, la cifra más alta entre aerolíneas, y lo hizo combinando confort, tecnología, gastronomía a bordo y una app altamente funcional que mejora la interacción del pasajero.
En el aeropuerto de Singapur, Changi vuelve a ser ejemplo mundial de lo que puede ser un hub de tránsito: jardines tropicales interiores, cascadas monumentales, cine abierto al público, piscinas en la azotea, todo ello sumado a operaciones impecables. Esa conjunción de funcionalidad y lujo es, precisamente, lo que ha mantenido su posición de privilegio. Mientras tanto, LaGuardia representa una historia de renovación operativa e imagen: un aeropuerto que hace tan solo unos años arrastraba críticas por sus instalaciones, y que ahora se presenta con arquitectura moderna, espacios amplios, gastronomía reconocible y experiencias dignas de un aeropuerto de categoría mundial.
Este enfoque renovado del sector aéreo y aeroportuario llega en un momento en que los viajeros valoran más que nunca cada fase del desplazamiento y no sólo el destino. Conectividad ágil, atención personalizada, experiencias especiales en tierra y aire, así como entornos cómodos y agradables, se convierten en elementos diferenciadores. Las aerolíneas y aeropuertos premiados lo demuestran con cifras, diseño y servicio: los tiempos en que el viajero aceptaba lo justo ya quedaron atrás.
Para el sector turístico, estos reconocimientos tienen un doble valor: por un lado, consolidan la reputación de las marcas premiadas como referentes de servicio; por otro, plantean un desafío para toda la industria: elevar el listón de lo que significa «viajar bien». Porque a fin de cuentas, el trayecto también es parte del destino.
Con iniciativas como estas, donde la mirada ya no se centra solo en volar de A a B, sino en cómo se hace ese trayecto y qué se siente en cada fase, la aviación y los aeropuertos se perfilan como espacios clave en la experiencia global del turista del siglo XXI.