Mientras los sectores de experiencias —viajes, eventos, hospitalidad de alto nivel— mostraron un dinamismo superior al promedio, el núcleo del lujo tradicional, los bienes personales de lujo, enfrentó su primera caída real (excluyendo el efecto pandemia) en los últimos quince años. Con un valor estimado de 363.000 millones de euros, ese segmento cayó un 2 % respecto a 2023 en términos corrientes (aunque permanece estable en tipos constantes). Este retroceso refleja cómo muchos consumidores redujeron compras discrecionales frente a la incertidumbre inflacionaria, sumado al fuerte encarecimiento impulsado por las propias marcas.
Una de las conclusiones más sorprendentes del informe es la contracción del universo de consumidores de lujo: el estudio estima que se perdieron unos 50 millones de clientes entre 2022 y 2024, reduciendo la base global de 400 millones a 350 millones. No obstante, ese segmento que permanece —los clientes de alto valor— ha incrementado su peso en el gasto total, concentrando hoy alrededor del 45 % de las compras mundiales de lujo, frente al 35 % que representaban en 2021.
A nivel regional, el desempeño fue variado. Japón lideró con un crecimiento estimado de entre 12 % y 13 %, impulsado por un tipo de cambio favorable y un repunte en compras libres de impuestos por parte de visitantes. Europa también ofreció luces alentadoras, gracias al regreso del turismo —incluyendo turistas chinos y estadounidenses—, lo que impulsó ventas libres de impuestos en ciudades y destinos de alto nivel. En cambio, el mercado chino se vio profundamente afectado: su contracción estimada ronda entre el 20 % y el 22 %, reflejando un debilitamiento del consumo interno y una caída en el número de transacciones de lujo. Otras regiones emergentes —Latinoamérica, India, el sudeste asiático y África— se perfilan como territorios de crecimiento futuro, con una proyección de más de 50 millones de nuevos consumidores de lujo de clase media alta hacia 2030.
En cuanto a canales de distribución, los resultados del informe evidencian una transformación decisiva. Las tiendas outlet superaron el desempeño de los comercios a precio completo, impulsadas por consumidores que buscan “lujo con valor”. Las tiendas monomarca, pese a tener mejor desempeño relativo, enfrentaron una caída en tráfico peatonal del 1 % al 4 %. Las tiendas físicas multimarcas también sufrieron, con caídas del 2 % al 8 %. El canal online experimentó una leve contracción (entre 1 % y 4 %) tras los picos de crecimiento observados durante la pandemia, pero aún mantiene una participación cercana al 20 % del mercado. En paralelo, el mercado de lujo de segunda mano cobró fuerza: en 2024 alcanzó los 48.000 millones de euros, creciendo un 7 %, y superó el crecimiento de los bienes nuevos en ciertos segmentos clave.
Las categorías también experimentaron divergencias marcadas. Belleza y gafas destacaron con un crecimiento entre 3 % y 5 %, alimentadas por la demanda de pequeños placeres accesibles y la innovación creativa en diseño. La joyería también resistió con firmeza, especialmente en el segmento de alta joyería. En contraste, relojería, calzado y artículos de cuero enfrentaron retrocesos de entre 5 % y 7 %, afectados por el encarecimiento y el fenómeno de “downgrade” por parte de consumidores aspiracionales.
De cara al futuro, el informe plantea que 2025 podría presentar una recuperación modesta, con crecimiento esperado de tipo medio-bajo (0 % a 4 %) para los bienes personales de lujo, condicionado a la estabilización macroeconómica y una recuperación gradual del mercado chino. Hasta 2030, la tendencia apunta a un crecimiento anual sostenido del 5 % al 9 % para el mercado total del lujo, alcanzando entre 2 y 2,5 billones de euros, mientras que los bienes personales podrían ascender a 460-500 mil millones.
Para que las marcas efectivamente se beneficien de ese potencial, el informe advierte que será imprescindible reconstruir los cimientos del lujo: reenfocar la creatividad, recuperar la esencia y el relato genuino, replantear la relación con el cliente más allá de la transacción inmediata y desplegar una ejecución impecable con apoyo tecnológico, especialmente la inteligencia artificial. La disyuntiva estará entre mantener la exclusividad o abrir horizontes hacia audiencias más amplias, entre elevar precios icónicos o repensar fórmulas “alto-bajo”, y entre estimular deseo o generar afinidad emocionales duraderas con los clientes. En suma, el lujo del mañana no será una extensión del de ayer: será redefinido por quienes sean capaces de combinar autenticidad, excelencia operativa y conexión real con el nuevo consumidor.