Además de blindar el acceso a compensaciones en caso de grandes retrasos, los eurodiputados han respaldado medidas que alivian incidencias cotidianas y mejoran la experiencia de viaje. Entre ellas figuran el reconocimiento expreso y gratuito del artículo personal que cabe bajo el asiento —bolso, mochila o maletín— y de una pieza de equipaje de mano razonable en cabina, zanjando un frente de conflictos reiterados en los mostradores y puertas de embarque. La posición incorpora también un formulario europeo común de reclamación, de uso sencillo y pre cumplimentado cuando proceda, para agilizar la tramitación y reducir la maraña documental que hoy soportan los viajeros.
El capítulo de asistencia al pasajero se refuerza de manera tangible. La Eurocámara pide obligaciones más claras de atención cuando un viajero se queda en tierra: alojamiento, manutención, transporte alternativo y reencaminamiento con plazos definidos, evitando que el consumidor quede atrapado en laberintos de “circunstancias extraordinarias” o derivado a plataformas opacas. Este refuerzo cobra especial relevancia para colectivos con necesidades específicas, como familias con menores o personas con discapacidad o movilidad reducida, para quienes el Parlamento reclama protocolos de atención prioritaria.
El pulso político con el Consejo se centra en el núcleo económico del sistema: cuándo nace el derecho a compensación y de qué cuantía. Los ministros abogaron en junio por elevar los umbrales temporales y retocar los importes, bajo el argumento de dar previsibilidad a las aerolíneas y proteger la conectividad regional. El Parlamento, por su parte, considera que la seguridad jurídica no puede lograrse a costa de rebajar la protección del consumidor y apuesta por simplificar reglas sin reducir derechos. La negociación deberá atender también las voces del sector: asociaciones de aerolíneas regionales han alertado de que un régimen demasiado gravoso podría poner en riesgo rutas esenciales para comunidades periféricas; las organizaciones de consumidores, en cambio, advierten que debilitar el estándar de compensación desincentiva la puntualidad y castiga al usuario final.
Para el canal de distribución y las agencias, la estandarización del formulario y la claridad sobre equipaje de mano aportan certidumbre y reducen fricciones comerciales, al tiempo que disminuyen el número de incidencias que terminan en reclamaciones complejas o litigios. Medidas como la notificación automática de derechos y la obligación de facilitar alternativas reales de transporte cuando se cancela un vuelo podrían, si se consolidan en el texto final, mejorar la satisfacción del cliente y la reputación del conjunto de la cadena turística europea.
El calendario inmediato pasa por el inicio de los trílogos y la búsqueda de un compromiso que preserve el alto nivel de protección al pasajero, sin estrangular la recuperación del transporte aéreo ni la conectividad territorial. Si se impone la posición del Parlamento, los viajeros europeos conservarán el acceso a compensaciones con los umbrales vigentes, disfrutarán de reglas claras sobre equipaje de mano y dispondrán de un mecanismo de reclamación más ágil y homogéneo en toda la UE. El resultado final, previsiblemente en los próximos meses, determinará si Europa consolida su papel de referencia mundial en derechos del pasajero o si, por el contrario, retrocede en estándares que han marcado la última década de movilidad aérea.