En cuanto al perfil de visitantes extranjeros, el 55 % provino de la región Asia-Pacífico, con Australia, China y Singapur liderando el volumen internacional. En particular, Australia fue el principal emisor internacional con el 30 % de las reservas, seguida por Estados Unidos con el 17 %.
Los turistas de Airbnb permanecieron en promedio tres días y desembolsaron unos NZ $ 380 diarios en gastos fuera del alojamiento, incluyendo restaurantes, compras, entretenimiento, comestibles y transporte. De cada NZ $ 100 invertidos en destino, se asignaron NZ $ 32 a restaurantes, NZ $ 19 a alimentación, y NZ $ 17 tanto a compras como a arte y entretenimiento, mientras que NZ $ 16 se dirigieron al transporte.
Un cambio significativo en las tendencias de viaje es que el 40.6 % del valor bruto de las reservas Airbnb correspondió a zonas no urbanas, un aumento frente al 37.2 % registrado en 2019. Este desplazamiento hacia destinos fuera de las grandes ciudades se mantiene firme tras la pandemia.
Alberto James Lambert, director de Consultoría Económica para Asia en Oxford Economics, destaca que Airbnb ha desplegado una nueva dinámica turística en Nueva Zelanda: “al conectar viajeros con alojamientos únicos en destinos poco conocidos, la plataforma ha facilitado una dispersión más equitativa del turismo por todo el país, impulsando el empleo local y pequeñas empresas, y sosteniendo medios de vida en comunidades más allá de las urbes”.
Por su parte, Susan Wheeldon, Country Manager de Airbnb para Australia y Nueva Zelanda, expresó su satisfacción al constatar que la plataforma ajuda a prosperar los negocios locales y generar empleo en comunidades que antes recibían pocos visitantes. Esta visión se alinea con la idea de que “cada puerta de Airbnb abre oportunidades más allá de simples hospedajes, convirtiendo esos espacios en plataformas de crecimiento económico comunitario”.
Greg Thomas, CEO (Interino) de Tourism Industry Aotearoa, enfatizó el papel esencial de Airbnb al conectar a los viajeros con experiencias auténticas neozelandesas y abrir puertas en diversas comunidades. Esto no solo refuerza pequeños negocios y empleos locales, sino que también contribuye a una industria turística resiliente y acogedora a lo largo de todo Aotearoa.
En su conjunto, este estudio revela que Airbnb no es solo una plataforma de alojamiento: es un catalizador contundente del desarrollo económico regional, amplificando los beneficios del turismo más allá de las zonas urbanas, diversificando las fuentes de ingresos y consolidando empleos en sectores variados. Su contribución al PIB y el mercado laboral de Nueva Zelanda pone de relieve cómo la innovación digital puede integrarse con las comunidades locales para crear valor tangible y distribuirlo equitativamente por todo el país.