El legado humano del rey Balduino

11-09-25

El pasado 7 de septiembre se conmemoró un nuevo aniversario del nacimiento del rey Balduino, una figura recordada no solo por su papel institucional, sino también por la profunda dimensión humana que caracterizó toda su vida. Balduino de Bélgica supo cultivar una trayectoria marcada por la constancia, la templanza y un compromiso inquebrantable con el prójimo. Su existencia estuvo guiada por un ideal sencillo pero poderoso: el respeto a todo ser humano sin distinción, como base de una convivencia más justa y solidaria.

La memoria del monarca trasciende la política y se enraíza en los valores personales que supo practicar con discreción. En un tiempo en el que la figura de la realeza era observada bajo la lupa de los cambios sociales y políticos de Europa, Balduino supo mantenerse fiel a una manera de vivir donde lo humano se situaba por encima de lo protocolario. Quienes lo conocieron coinciden en que su cercanía, su serenidad y su sensibilidad eran tan notables como su sentido de la responsabilidad.

En ese marco de vida equilibrada, el rey encontraba refugio en la naturaleza. Para él, el contacto con los paisajes, los árboles y el mar no era un mero pasatiempo, sino una vía de espiritualidad y renovación interior. La naturaleza le ofrecía un espacio de silencio y contemplación, donde podía fortalecer su espíritu para ejercer con mayor lucidez su papel de servidor público. Esa conexión con el entorno natural, aún hoy palpable en los lugares que frecuentó, constituye una lección vigente sobre la importancia de preservar la armonía con el mundo que nos rodea.