Su labor combina las fuentes históricas con las tecnologías más avanzadas, lo que permite analizar con precisión los materiales, las técnicas de fundición y los métodos de construcción de los tubos originales. Este enfoque científico abre una nueva ventana al conocimiento de la ingeniería sonora medieval, aportando información única sobre la fabricación y la sonoridad de los órganos en tiempos de las Cruzadas.
La historia de este hallazgo es tan fascinante como la música que hoy se recupera. En 1906, durante la construcción del hospicio franciscano Casa Nova en Belén, obreros que trabajaban bajo el antiguo cementerio cristiano encontraron un auténtico tesoro litúrgico enterrado desde el siglo XII: 222 tubos de bronce, un carillón de trece campanas y diversos objetos que, según los expertos, fueron ocultados por los cruzados antes de su retirada de Tierra Santa. Aquellos vestigios, de incalculable valor histórico y artístico, fueron trasladados al Museo Arqueológico Franciscano, donde permanecieron más de un siglo prácticamente ignorados por la investigación académica.
Fue el investigador catalán David Catalunya, entonces vinculado a la Universidad de Oxford, quien decidió reabrir el estudio de estas piezas tras hallar referencias documentales que mencionaban su existencia. Su iniciativa dio origen a un proyecto internacional con sede científica en Madrid y un intenso trabajo de campo en Jerusalén y Belén. La interpretación que realizó sobre los tubos originales no solo supuso un estreno mundial, sino también una experiencia profundamente emotiva: escuchar de nuevo una “voz olvidada” de la Edad Media, un sonido que había permanecido silente durante generaciones y que hoy vuelve a conectar el presente con el pasado.
Los impulsores del proyecto insisten en que el Órgano de Belén no es únicamente un objeto arqueológico. “Es un patrimonio vivo, capaz de transformar nuestra comprensión de la cultura medieval”, destaca Álvaro Torrente, director del ICCMU, quien compara el hallazgo con “encontrar un dinosaurio vivo”. La singularidad del descubrimiento radica en su excepcional grado de conservación, que permite no solo estudiar su estructura y materiales, sino también devolverle su función musical y espiritual.
El futuro de este instrumento también se proyecta hacia la divulgación y la experiencia cultural. El Órgano de Belén pasará a formar parte del Claustro Musical del futuro Museo de Arte e Historia Terra Sancta, que contará con apoyo internacional y aspira a convertirse en un centro de referencia para la investigación y la difusión del patrimonio musical y litúrgico de Tierra Santa. Esta nueva sede no solo exhibirá las piezas originales, sino que ofrecerá conciertos, actividades educativas y un espacio de inmersión en la sonoridad medieval.
Con este proyecto, el órgano no solo recupera su voz, sino que reafirma su papel como puente entre la historia, el arte y la espiritualidad. Su redescubrimiento invita a repensar la relación entre el pasado y el presente, demostrando cómo la ciencia, la música y la cooperación internacional pueden devolver vida a tesoros que parecían condenados al silencio eterno. Lo que comenzó como un hallazgo fortuito bajo la tierra de Belén se ha convertido así en un acontecimiento histórico de alcance mundial, capaz de inspirar a investigadores, músicos y amantes del patrimonio en todo el planeta.