Este comportamiento confirma que, más allá del número de turistas, España consolida su atractivo en términos de rentabilidad, ya que los visitantes gastan más por día y prolongan sus estancias. La duración más frecuente del viaje se sitúa entre cuatro y siete noches, un intervalo que en julio atrajo a casi 5,3 millones de personas. La concentración geográfica del turismo internacional sigue reflejando patrones tradicionales: Baleares fue el destino principal en julio, con 2,56 millones de visitantes, lo que supone un crecimiento del 1%; Cataluña recibió 2,35 millones, aunque con un descenso del 1,2%; Andalucía alcanzó 1,54 millones, con una subida del 5,5%; la Comunidad Valenciana llegó a 1,49 millones (+1,4%); Canarias sumó 1,23 millones (+6%); y la Comunidad de Madrid acogió a 719.000 visitantes, un 3,1% menos.
Por países emisores, Reino Unido continúa siendo el mercado más importante, con más de 11 millones de turistas hasta julio, un 4,3% más que en 2024, y un gasto acumulado de 17,6% sobre el total. Le siguen Francia, con 7,1 millones de visitantes y un aumento del 1,7%, y Alemania, con 6,9 millones y un 1,6% de incremento. En términos de gasto acumulado, después del Reino Unido destacan Alemania (11,7%) y Francia (8,1%). Durante el mes de julio, los británicos lideraron con más de 2 millones de visitantes y un gasto superior a 2.900 millones de euros, seguidos de Francia (1,5 millones de turistas y 1.465 millones de euros), Alemania (1,1 millones y 1.575 millones) y Estados Unidos, que aportó más de medio millón de visitantes con un gasto de 1.174 millones de euros, confirmando el vigor del mercado norteamericano.
Las comunidades autónomas con mayor gasto acumulado en los siete primeros meses del año son Canarias (18,5% del total), Cataluña (18,2%) y Baleares (15,3%), consolidando la relevancia de los destinos insulares y mediterráneos. La combinación de sol, playa, patrimonio cultural y oferta complementaria mantiene a estas regiones en la cúspide de las preferencias internacionales. A su vez, los datos apuntan a que, aunque el número de llegadas muestra un crecimiento más pausado, la saturación en los destinos tradicionales y la inflación más moderada explican que el desembolso total continúe batiendo récords.
El análisis de los resultados evidencia una transformación cualitativa del modelo turístico español: se pasa de medir el éxito únicamente por el volumen de turistas a centrar la atención en el impacto económico y en la calidad de la experiencia. Cada vez más, los visitantes internacionales priorizan estancias de mayor valor añadido, con gasto en alojamiento, transporte y actividades culturales o recreativas. El INE detalla que el alojamiento concentró un 20,5% del presupuesto medio de cada viajero, el transporte un 18,9% y las actividades un 18,4%, confirmando el peso creciente del ocio y la cultura en la cesta turística.
En este escenario, los expertos apuntan a que España se acerca al objetivo simbólico de los cien millones de visitantes anuales, pero el ritmo de crecimiento actual indica que la estabilización puede producirse alrededor de esa cifra. La industria turística, sin embargo, mantiene un pulso sólido, con indicadores que confirman la fortaleza del sector a pesar de la ralentización relativa. Para muchos destinos, el reto no es ya atraer más turistas, sino gestionar de manera sostenible los flujos existentes y maximizar el valor económico, social y cultural que generan.
Las autoridades destacan la importancia de consolidar políticas de diversificación y sostenibilidad, orientadas a reducir la presión en zonas saturadas y a repartir los beneficios del turismo en territorios emergentes. El récord de gasto registrado hasta julio representa un respaldo a estas estrategias, ya que demuestra que es posible generar más ingresos con un crecimiento moderado de llegadas, siempre que la oferta se adapte a las nuevas demandas. La perspectiva para los próximos meses apunta a que España seguirá liderando el turismo internacional en Europa, con una demanda que, aunque moderada en su avance, se mantiene sólida y con capacidad de generar riqueza para el conjunto del país.
Los datos publicados confirman que España vive un momento de transición en su liderazgo turístico. Las cifras de récord se combinan con signos de estabilización que obligan a replantear estrategias para asegurar la competitividad en el largo plazo. Lo que está claro es que, tanto en número de visitantes como en gasto, el país sigue siendo una potencia global que atrae a millones de personas y que aporta un volumen de ingresos fundamentales para la economía nacional.