Sin embargo, la IATA advierte que esas reglas quedaron algo desactualizadas, en parte por los cambios que sufrió el sector durante la pandemia de COVID-19 y por fenómenos como el cierre del espacio aéreo, alteraciones bruscas de itinerarios, así como fenómenos naturales que afectan las operaciones aéreas. Por eso, apunta a que las disposiciones de asistencia y compensación no solo sean proporcionales al nivel de perturbación, sino también flexibles, permitiendo exenciones razonables en casos imprevisibles o ajenos al control de las aerolíneas.
Uno de los puntos centrales de la propuesta es evitar regulaciones descoordinadas o excesivamente rígidas. IATA advierte que si cada país tiene reglas muy diferentes —o normas que imponen costos y responsabilidades demasiado severas— puede terminar disparando el precio de los boletos, reduciendo la competitividad entre aerolíneas, o perjudicando la capacidad de respuesta ante crisis globales. Por lo tanto, sostiene que armonizar las reglas ayudaría no solo a proteger mejor al pasajero, sino también a sostener la eficiencia operacional y económica del transporte aéreo.
En la Asamblea de la OACI prevista para septiembre, IATA pedirá a los Estados que adopten estos principios fortalecidos y los incorporen al marco regulatorio nacional. La idea es que estos principios revisados sirvan como referencia compartida, asegurando que los viajeros sepan cuáles son sus derechos, sin importar desde qué país vuelen, y que las aerolíneas operen bajo expectativas que sean razonables, previsibles y equilibradas.
Entre los temas que la iniciativa busca abordar se encuentran la transparencia en la comunicación: que los pasajeros reciban información clara sobre cambios o cancelaciones, el motivo de interrupciones y de posible compensación, así como los derechos que les asisten. También se subraya la necesidad de mecanismos efectivos para resolver reclamos, de modo que no sean procesos largos ni costosos, y que incluyan posibilidades de apoyo para personas con discapacidad, adaptadas a sus necesidades de accesibilidad.
Además, la protección al consumidor debe mantener un equilibrio: el carga sobre las aerolíneas no debe ser desproporcionada; las medidas de compensación y asistencia deben corresponder a lo que pueda aplicarse razonablemente, tomando en cuenta lo que está bajo el control de la aerolínea frente a lo que no lo está – como desastres naturales, cierre del espacio aéreo, emergencias de salud pública o eventos similares que escapan de su responsabilidad.
Con estas propuestas, IATA apunta a que la regulación internacional funcione como un marco de mínimos robusto que todos los estados puedan adoptar, adaptando lo local sin perder coherencia global. Se espera que las revisiones también consideren las lecciones aprendidas de la pandemia: cómo manejar interrupciones graves, proteger a los pasajeros vulnerables, y mantener la sostenibilidad de las operaciones aéreas.
La propuesta de IATA no sólo busca reforzar los derechos de los pasajeros, sino también promover un ecosistema de aviación más justo, transparente y sostenible, equilibrando las expectativas del público con las realidades operativas de las aerolíneas, y asegurando que todos los actores trabajen bajo reglas claras y compartidas internacionalmente.