Notre-Dame reabre sus torres al público

Notre-Dame reabre sus torres al público

22-09-25

París vive hoy un momento cargado de emoción y simbolismo tras seis años de espera: las imponentes torres de Notre-Dame vuelven a abrir sus puertas al público, poniendo fin a la última fase de restricciones impuestas tras el devastador incendio del 15 de abril de 2019. Aunque la catedral había sido parcialmente declarada accesible al público desde el 7 de diciembre del año pasado, las torres, que sufrieron daños menores pero requirieron medidas de seguridad estrictas, permanecían cerradas hasta este fin de semana. El presidente francés Emmanuel Macron visitó recientemente las instalaciones en un acto previo a la reapertura, agradeciendo públicamente el trabajo de más de 2.000 artesanos y especialistas que han contribuido a restaurar no sólo la estructura física, sino también el carácter y la majestuosidad de uno de los símbolos más reconocidos del patrimonio europeo.

La restauración ha sido fiel al diseño original, especialmente en lo que respecta a la aguja y la armadura de madera del crucero, partes destruidas durante el incendio, las cuales se han reconstruido con la meticulosidad histórica que exige un monumento de esta magnitud. Además, se ha rediseñado el recorrido hacia la cima de las torres para proporcionar una experiencia más completa y segura a los visitantes, incorporando mejoras en la accesibilidad y en los espacios interiores que permiten contemplar vistas panorámicas de París que habían estado vedadas durante más de medio lustro.

Quienes deseen explorar estas alturas volverán a encontrarse con esa mezcla única de arquitectura gótica, símbolos religiosos, esculturas, contrafuertes y vitrales, así como con el silencio reverente e impactante que sólo se percibe desde lo alto de estos muros centenarios. Pero para acceder será necesario realizar una reserva previa a través de la web del Centro de Monumentos Nacionales (CMN) y abonar una tarifa de 16 euros para el tour de subida a las torres. El acceso al interior de la basílica o para asistir a misas o celebraciones litúrgicas continúa siendo gratuito, tal como ocurrió durante los últimos años tras el incendio.

La reapertura de las torres de Notre-Dame no solo marca un hito institucional y patrimonial, sino también el reencuentro de residentes, turistas, amantes del arte y de la historia con un emblema que simboliza resistencia, renovación y la capacidad humana para sanar. La catedral ha sido durante siglos un punto de referencia, no solo espiritual, sino también arquitectónico, cultural y turístico, y su reconstrucción representa un esfuerzo monumental que combina ingeniería, restauración artística y compromiso comunitario.

Estos trabajos han implicado desafíos técnicos y logísticos muy complejos: desde asegurar la integridad de la estructura dañada, pasando por la selección de materiales adecuados, hasta garantizar la seguridad de los visitantes en espacios elevados, estrechos y sometidos a condiciones climáticas exigentes. El resultado refleja una voluntad de devolver a Notre-Dame su esplendor gótico, los volúmenes, las proporciones, los ornamentos clásicos, los soportes y contrafuertes, además de preservar las huellas de su historia reciente como parte de su identidad.

En este momento de reapertura se reconoce la dimensión simbólica de Notre-Dame: su resiliencia frente al desastre, su convocatoria universal como lugar de memoria y cultura, y su valor como atractivo turístico que impulsa la economía local y la oferta cultural de París. Para muchos turistas que contemplaron fotografías de la reconstrucción, para los vecinos que vieron su paisaje urbano alterado, y para los feligreses cuya fe encontró apoyo en el templo, subir de nuevo a sus torres es también reencontrarse con un fragmento de identidad colectiva.

La reciente reapertura completa de Notre-Dame no marca el fin de los trabajos de conservación, sino el inicio de una nueva etapa en la que el monumento funcionará no solo como museo vivo y espacio de culto, sino como testimonio activo de que el patrimonio puede ser restaurado, protegido y vivido si existe el interés, el respeto y la colaboración entre autoridades, especialistas y ciudadanos. El vacío dejado por el fuego encuentra ahora su contrapunto en el eco de pasos sobre las escaleras que conducen a la cima, en la contemplación de París desde las alturas y en la certeza de que algunos símbolos, aunque dañados, pueden renacer más fuertes gracias al tiempo y al compromiso humano.

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