Para Guatemala, este corredor representa una oportunidad de oro para promocionar sus fortalezas turísticas y culturales. Harris Whitbeck Cain, ministro de Turismo guatemalteco, destacó que Belice aporta naturaleza y playas; la Riviera Maya ofrece infraestructura turística consolidada; mientras que Guatemala suma su rica herencia maya, con joyas como Tikal. Este corredor multidestino se concibe sin replicar el modelo de crucero, impulsando en cambio estancias prolongadas que fortalecen la economía local y evite el tránsito superficial .
La iniciativa también agiliza sinergias aéreas: Guatemala cuenta con el Aeropuerto Mundo Maya, categorizado como internacional y con pista de 3 km, y ya se opera una nueva ruta Montreal–Guatemala por Air Canada, destinada a atraer turistas europeos. Se proyecta fortalecer los enlaces con Cancún, Mérida y Ciudad de México, consolidando un ecosistema turístico integrado.
Este impulso coincide con una decisión ambiental igualmente ambiciosa. En agosto de 2025, los mandatarixs de México, Guatemala y Belice firmaron en Calakmul el “Corredor Biocultural de la Gran Selva Maya”, que protege 5.7 millones de hectáreas —convirtiéndolo en la segunda mayor reserva forestal de América tras el Amazonas—, con proyectos orientados a la regeneración del suelo, reforestación y seguridad alimentaria para alrededor de dos millones de habitantes locales.
Desde un enfoque global, agencias como AP informaron que, aunque el Tren Maya ha enfrentado críticas ecológicas por su impacto ambiental —entre ellas deforestación masiva y daño a sistemas de cuevas—, los gobernantes subrayan que la expansión transfronteriza se concibe de manera responsable. El presidente guatemalteco Bernardo Arévalo fue categórico: el tren no debe atravesar áreas protegidas y debe ser precedido por estudios ambientales rigurosos.
A nivel técnico, el Tren Maya, inaugurado parcialmente en diciembre de 2023 y completado como circuito troncal en diciembre de 2024, recorre cinco estados del sureste mexicano. Opera con 42 trenes modelo X'Trapolis Tsíimin K'áak fabricados en México, y proyecta transportar hasta tres millones de pasajeros anuales una vez en plena operación.
El tren ya se ha consolidado como instrumento para diversificar el turismo más allá de las costas del Caribe mexicano, conectando majestuosos sitios arqueológicos, comunidades indígenas y zonas históricamente rezagadas. Ahora, con esta expansión internacional, el proyecto apunta a convertirse en una columna vertebral regional, con impacto social, ecológico y económico.
La propuesta se perfila no solo como un proyecto de infraestructura, sino como una visión regional integrada. Si se lleva a cabo con medidas tangibles de protección ambiental, inclusión comunitaria y coordinación política trinacional, el Tren Maya podría simbolizar un modelo de cooperación sostenible en Mesoamérica. El reto será equilibrar conectividad, desarrollo y conservación en una de las regiones más ricas en biodiversidad y cultura del planeta.